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jóvenes

rodeaba los costados de su valiente navío, así como historias de

grandes peligros y desafíos extraordinarios. Estaba tan inmerso

en sus pensamientos, que el bote se alejómás allá de su alcance,

y se dirigió hacia el centro de la fuente. Un hombre que estaba

sentado en una de los bancos del parque se dio cuenta de la si­

tuación y le ofreció su ayuda.

—¿Necesitas que te ayude? —preguntó el hombre.

—Sí, gracias —asintió el niño.

Para su sorpresa, el hombre caminó hasta el otro lado de la

fuente y comenzó a lanzarle piedras al barco. Estas caían muy

cerca, y estaban a punto de aplastarlo y enviarlo a su tumba

bajo el agua. El niño no pudo aguantarse y gritó: «Disculpe, se­

ñor. ¡No le lance más piedras a mi barco!» Corrió hacia el otro

lado de la fuente mientras el hombre seguía lanzando piedras.

Cuando llegó al otro lado, comenzó a implorarle que parara,

hasta que se dio cuenta de que el barco estaba ya casi al otro

lado de la fuente. El hombre no le estaba lanzando piedras al

barco, sino al agua en los alrededores del barco, haciendo que

las ondas lentamente lo llevaran en la dirección correcta.

A veces la disciplina, las obligaciones y las responsabilida­

des pueden aburrirnos un poco y golpearnos como si fuéramos

ese barco en el agua. La experiencia pocas veces es agradable,

pero es necesaria para tener la capacidad de movernos en la di­

rección correcta. Esto tal vez se aplique a otras cosas además de

la educación de los hijos. ¿A qué aspectos de la vida puede apli­

carse la ilustración de esta historia? ¿A nuestra relación con

nuestros amigos? ¿Con nuestros maestros? ¿Con Dios?

II. ENSEÑANZA DEL RELATO

Para introducir el relato

Comparta lo siguiente con sus propias palabras:

Elí, como líder de Israel, escogió no molestar la paz de sus

hijos. En vez de causar ondas de disciplina y corrección para ha­

cer que sus hijos retomaran un estilo de vida ideal, dejó que flo­

taran a su antojo. El desentendimiento de Elí resultó desastroso,

pero nos deja una lección tanto a los jóvenes como a los adultos

sobre el valor de la disciplina. Leamos la siguiente historia y

veamos de qué manera trata Dios a las personas y cómo tienen

que relacionarse los padres con los hijos.

Lecciones del relato

Después de leer la sección

Identifícate con la historia

jun-

to con sus alumnos, exprese en sus propias palabras lo que sigue

a continuación y analícelo con ellos.

3

Al leer la historia, ¿qué hechos o elementos encontramos

que resultan importantes? (Subráyenlos).

3

¿Qué parte de la historia presenta un desafío a nuestra

concepción sobre Dios? ¿Y cuál desafía el concepto que te­

nemos de nuestros líderes espirituales?

3

¿Cuáles son los personajes principales que se mencionan

en este pasaje y qué debilidades muestran en la historia?

(Enciérrenlas en un círculo).

3

¿A qué otras historias bíblicas nos recuerda este pasaje?

¿Por qué?

3

Lean 1 Samuel 2: 13-17, donde se nos da más información

sobre los hijos de Elí.

3

¿Por qué creen que se incluye esta historia en la Biblia?

¿Qué verdades básicas nos enseña respecto de Dios? ¿Qué

nos dice de la gente?

3

¿Qué creen que quiere decir la Biblia al afirmar que a los

hijos de Elí «no les importaba el Señor»? ¿Cómo sería el

desarrollo de esta historia si ocurriera hoy en día?

3

¿Qué lección podemos extraer de esta historia que resulte

especialmente relevante para los jóvenes de hoy?

O BÁSICO

Consejos paraunaenseñanzaóptima

Contextualicemos, en vez de aislar los

acontecimientos.

Algunos maestros miden su efectividad

por la cantidadde intercambios que sege-

neran en su clase. Aunque la discusión es

buena, muchas veces algunas preguntas

bien articuladas funcionan mejor lanzán-

dolasalairesinesperarunarespuestaaudi-

ble. A veces los mejores maestros utilizan

preguntas que generan verdaderos cam-

bios si se les permite a los alumnos unos

minutos de reflexión silenciosa.

Por ejemplo: una pregunta que podría no

generar ninguna discusión pero sí produ-

cir transformación, podría ser: «Ofni y Fi-

nees escucharon la voz de Dios advirtién-

doles del peligro al que estaban expo­

niéndose. ¿Alguna vez han escuchado la

voz de Dios pidiéndoles que paren o que

cambien de actitud?» Otra pregunta que

invita a la reflexión podría ser: «Si Dios qui-

siera llamar hoy su atención, ¿qué creen

que les diría?»