allí con ellos. Los cautivos repatriados percibieron que Dios se mudó con ellos
al volver a la tierra de Israel. Él estaba con ellos.
En Nehemías 9:20, el pueblo señala que Dios le dio su “buen Espíritu” para
enseñarle [
sakhal
]. La palabra ya apareció en el capítulo 8; significa “entender,
ser prudente y sabio”. Dios da los mejores regalos. El Espíritu Santo no solo es
concedido a los creyentes del Nuevo Testamento, sino también a los creyen-
tes del Antiguo Testamento. El Espíritu Santo les fue dado para enseñarles y
para hacerlos sabios. Eso es lo que el Espíritu Santo hace por nosotros cuando
permitimos que nos “enseñe”. Dios les dio a los israelitas todo lo que querían
y necesitaban (el Espíritu Santo, comida, agua, reinos, tierras, victorias en la
guerra, cisternas, viñedos, olivares y árboles frutales). Sin embargo, el pueblo
se deleitaba solo con las cosas que Dios le dio, en vez de deleitarse en Dios.
Curiosamente, cuando los tiempos difíciles golpean y el pueblo clama a Dios, él
lo vuelve a escuchar. ¿Por qué? Por su gran misericordia.
La oración comienza al dirigirse a Dios: “Tú” (Neh. 9:5, 6), y termina con “no-
sotros”, mientras el pueblo clama a Dios en su desesperación y fragilidad (Neh.
9:37, 38). El contraste entre la bondad y la fidelidad de Dios y el pecado humano
no se puede minimizar. La confesión de los pecados cambia la situación. Des-
pués de identificarse con el pecado de sus antepasados, finalmente declararon:
“Nosotros […] actuamos con maldad” (Neh. 9:33, NVI).
Aunque el tema del arrepentimiento por el pecado está entramado a lo
largo de la oración, se enfatiza el tema de la misericordia de Dios. La palabra
para misericordia es
rakhamim
, que significa “compasión, misericordia y pie-
dad”. Viene de la palabra
rekhem
, que significa matriz de una madre. Así como
la madre nutre y ama a su hijo, la palabra
rakhamim
demuestra que Dios tiene
amor y compasión por sus hijos. La palabra misericordia se repite seis veces en
Nehemías 9 (Neh. 9:17, 19, 27, 28; dos veces en 9:31). Además, la palabra
khesed
aparece dos veces (Neh. 9:17, 32).
Khesed
generalmente se traduce como amor
constante pero también puede traducirse como bondad o misericordia. La idea
de la misericordia y el amor de Dios se contrasta con la infidelidad del pueblo. El
pueblo aportó todo lo que tenía para su propio provecho; y sin embargo, Dios no
lo abandonó. Eligió adorar a otros dioses; y no obstante, Dios no lo abandonó.
Como dice Nehemías 9:17: “Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso,
tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste”. Nuestro
Dios siempre está dispuesto a perdonar y transformar nuestra vida.
Otra frase que los levitas repiten en la oración es “tú desde los cielos los
oíste” (Neh. 9:27, 28). Cada vez que el pueblo clamaba a Dios, él siempre lo
escuchaba. Dios espera que lo invoquemos. Cada vez que lo hacemos, él oye.
No ignora nuestras lágrimas o súplicas. A veces nos puede parecer que Dios
guarda silencio porque no obtenemos las respuestas deseadas. Sin embargo, él
se detiene cada vez que lo llamamos, como lo hizo con el ciego Bartimeo, que
seguía llamando a Jesús porque quería ver (Mar. 10). Dios bajó al Monte Sinaí
Lección 7
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Material auxiliar para el maestro
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