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as hecho alguna vez algo que sabías que era

incorrecto? ¿Cómo te sentiste? Así fue como se

sintió Sansón. En repetidas ocasiones despreció seguir el

plan de Dios. Pero Dios no abandonó a Sansón.

ansón recordaba que su madre le

hablaba del plan especial de Dios para su

vida. Su madre le mencionaba con frecuencia a un

ángel que había venido a hablarles a ella y a su

esposo antes de que él naciera. El ángel les dijo que

no debían cortarle el cabello para mostrar que era

un nazareo consagrado a Dios. Dios les había

prometido: «Mientras no le corten el cabello a

Sansón, yo le daré fuerzas». Dios quería que Sansón

usara su fuerza para guiar a Israel contra los

filisteos. Pero Sansón no obedeció todas las

instrucciones de Dios.

Sansón quería hacer las cosas a su manera.

Deseaba seguir sus propios deseos, no los de Dios.

El Señor le había pedido que se casara con una

mujer israelita, pero él desobedeció. En

vez de ello, se fue a la ciudad

extranjera de Gaza para ver a una

mujer que era de allí. Sansón quedó

atrapado en la casa de aquella mujer.

Era media noche. Muchos

hombres estaban rodeando la casa y

se decían unos a otros:

—Lo mataremos al amanecer.

Aunque Sansón había

abandonado a Dios, Dios todavía

estaba con él. Sansón corrió hasta las

puertas de la ciudad, pero estaban

cerradas con candados. Entonces

Sansón arrancó con sus manos las

enormes y pesadas puertas de madera

de la ciudad, las alzó con sus fuertes brazos y

escapó. Los filisteos estaban asombrados.

No mucho después de su huida de Gaza, Sansón

fue a ver a una mujer filistea llamada Dalila.

Cuando lo supieron los dirigentes filisteos, fueron a

ver a Dalila y le dijeron: «Te vamos a dar mucho

dinero si descubres el secreto de la fuerza

extraordinaria de Sansón».

Tres veces le rogó Dalila a Sansón que le

revelara su secreto. Tres veces Sansón le mintió.

Tres veces los filisteos trataron de tomarlo cautivo

mientras estaba atado. Pero las tres veces Sansón

escapó fácilmente.

—No me quieres —le dijo finalmente Dalila a

Sansón—. Si realmente me quisieras, me dirías el

secreto de tu fuerza. ¡Me lo dirías todo!

Jueces 16;

Patriarcas y profetas

, cap. 54.

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Fuerte por fuera y débil por dentro

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3

Lección

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