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MISIÓN NIÑOS

DIVISIÓN SUDAMERICANA

9

Brasil

20 de abri

N

o

quiero

pastel

de

cumpleaños

La mamá de Juliana jamás sospechó que su hija

rechazaría su pastel de cumpleaños.

—Quiero hacerte un pastel de chocolate —dijo la

madre unos días antes del cumpleaños número once de

Juliana.

—No, gracias —respondió la joven, y su madre se

sorprendió mucho.

—¿Por qué no? —le preguntó con asombro.

—Porque quiero gastar el dinero del pastel en comida

para los pobres —explicó ella—. Hagamos sopa para los que no tienen casa.

Juliana había visto a unas cuantas personas que dormían en la parada del autobús y no

podía dejar de pensar en ellos.

—Eso no es fácil, ya que requiere demasiado trabajo —respondió su madre—. Costaría

mucho dinero y además no tenemos una olla tan grande como para hacer tanta sopa.

Pero Juliana no se desanimó.

—Quiero alimentar a los que no tienen hogar —insistió—. Eso es lo que Jesús quiere

que haga.

Juliana había oído hablar de Jesús en una iglesia adventista en Salvador, Brasil

[señale

Salvador en un mapa].

Ella iba a la iglesia porque le gustaba el Club de Conquistadores. Un día,

vio a un amigo del vecindario con el uniforme y desde entonces su sueño fue ser

conquistadora. Al poco tiempo, le entregó su corazón a Jesús y se bautizó.

JULIANA BUSCA SOLUCIONES

La madre de Juliana estaba contenta porque su hija amaba a Jesús, pero a ella no le

interesaba ir a la iglesia. Cuando la mamá le dijo que no podrían hacer la sopa porque no

tenían una olla lo suficientemente grande, Juliana visitó a varios vecinos adventistas y les

preguntó si tenían una olla grande que pudieran prestarle. Dos vecinos le dieron ollas

grandes y muy contenta las llevó a su casa, apenas faltando tres días para su cumpleaños.

Aún no tenía los ingredientes para la sopa y comenzó a sentirse un poco inquieta, así que

Juliana decidió orar: «Señor, por favor dame sabiduría y toca el corazón de mi madre para

que yo pueda hacer la sopa para aquellos que no tienen hogar».

Al día siguiente, Juliana le preguntó cautelosamente a su mamá si podría preparar la sopa.

Ella le respondió con enojo:

—Ve al supermercado y pídeles que te regalen los ingredientes para la sopa.

Ella lo que esperaba era que Juliana sintiera vergüenza y se desanimara de llevar a cabo su

plan. Pero, para sorpresa de su mamá, Juliana saltó de alegría y corrió hacia el supermercado,

mientras en su mente pensaba: «¡Gracias, Jesús, por responder mi oración!».

Juliana entró en un comercio y le contó al gerente su deseo de hacer una sopa para las personas

sin hogar y él le pidió que regresara al día siguiente. Después, Juliana fue a otros comercios, y los

gerentes también le dijeron que regresara al día siguiente. Luego, visitó a los vecinos adventistas a

quienes les había pedido ayuda con la olla grande, y ellos prometieron llevar algunas verduras.

El día antes del cumpleaños de Juliana, ella paró en el primer comercio que encontró al

salir de la escuela y allí le donaron una gran bolsa de verduras. Los demás comercios también

Juliana Santos Ferreira, 12