MISIÓN NIÑOS
DIVISIÓN SUDAMERICANA
5
Argentina
6 de abril
L
a
B
iblia
para
niños
Abi es una niña que vive en Villa Libertador
San Martín, en Argentina. Allí es donde se
encuentra la Universidad Adventista del Plata
[señale Argentina en un mapa].
En la Universidad
Adventista del Plata estudian alrededor de tres mil
alumnos y muchos de ellos sirven después como
misioneros en todo el mundo.
Abi escuchaba las historias bíblicas incluso desde
antes de nacer. Todas las mañanas, antes de levantarse de la cama, su mamá dedicaba
diez minutos a abrir la Biblia para niños y leerle en voz alta a su hija, que estaba en el
vientre, una de las fascinantes historias bíblicas. Cada noche, antes de irse a dormir, su
madre dedicaba otros diez minutos a la lectura de otra historia bíblica.
Le leía a su pequeña la historia de Noé, explicándole cómo entraron los animales al
arca y luego comenzó a llover hasta causar una gran inundación. Le leía el relato de
Dios creando el mundo en seis días y descansando el sábado. También le leía aquel
relato en el que Dios llama al pequeño Samuel en medio de la noche.
Su madre esperaba que la pequeña también sirviera a Dios algún día, y confiaba en
que pudiera entender las historias bíblicas que ella le leía a diario.
Finalmente nació la pequeña Abi, ¡y sus padres estaban muy felices de tener a su
hijita con ellos! Su mamá continuó leyéndole historias bíblicas cada mañana y cada
noche durante diez minutos. Le leía a Abi la historia del arca de Noé, de la semana de la
creación y del pequeño Samuel.
ABI YA CUENTA HISTORIAS DE LA BIBLIA
A medida que pasaban los meses, Abi crecía más y más. Comenzó a gatear y luego a
caminar. Cuando tenía un año y diez meses, comenzó a hablar. En ese momento, su
mamá colocaba a la pequeña en su regazo para adorar a Dios, y la ayudaba a pasar las
páginas de la Biblia mientras leía la historia. Su madre se preguntaba si Abi entendería
las historias que le contaba. Su anhelo era que Abi sirviera a Dios algún día.
Entonces, Abi hizo algo inesperado. Un día, mientras estaba sentada en el suelo,
levantó un puño y comenzó a hacer gestos con el brazo.
«Toc, toc, toc», decía cada vez que bajaba el brazo.
Luego levantaba ambos brazos, movía los dedos y los bajaba lentamente, y luego de
repetir los mismos movimientos, decía: «Grrr, grrr, grrr, grrr».
Y así, comenzó a imitar el sonido de varios animales. Su madre la miró sorprendida,
pues no tenía claro lo que su hija estaba haciendo. Esa noche, cuando Abi se durmió, su
mamá comprendió lo que había sucedido.
—¡Abi sí entiende las historias bíblicas! —le dijo con emoción a su esposo—. Hoy
contó por primera vez una de las historias bíblicas. Me contó la historia del arca de Noé.
Abigail Darrichón Quinteros, 3