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L E C C I Ó N 4

l rey David miró hacia el cielo azul. El sol dejaba caer

sus ardientes rayos. El rey estaba recordando su

juventud. Pensó en los días que había pasado en los

pastizales cuidando las ovejas de su padre. Recordó el

día especial cuando el profeta Samuel había

derramado aceite de oliva sobre su cabeza y le había dicho

que Dios lo había elegido para ser el próximo rey.

David recordó los días que había vivido en el palacio

con el rey Saúl. Entonces el rey David pensó en el hijo

del rey Saúl: Jonatán, su mejor amigo.

David suspiró. Jonatán había muerto como

soldado en una batalla. David lo extrañaba.

Recordó cómo acostumbraban a galopar

juntos por el campo en sus caballos. Cómo

acostumbraban

lanzar flechas

en tiro al

blanco. Cómo se

habían prometido amistad por siempre. Entonces recordó que había

prometido ser amable con la familia de Jonatán para siempre.

Luego a David se le ocurrió algo: «¿Habrá alguien aún vivo de la

familia de Jonatán?».

El rey David mandó traer a Siba, quien había sido sirviente en la

casa de Saúl. Siba corrió al palacio y se inclinó ante el rey.

Versículo

para memorizar:

«El juramento que

hemos hecho los dos

ha sido en el nombre

del Señor»

(1 Samuel 20: 42).

Mensaje:

Las personas que

aman a Jesús cumplen

sus promesas.

Las promesas son

para cumplirlas

REFERENCIAS:

1 SAMUEL 20: 14, 15, 42; 2 SAMUEL 4: 4; 9: 1-13;

PATRIARCAS Y PROFETAS

, CAP. 70; PP. 701-705.

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