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MISIÓN NIÑOS

DIVISIÓN SUDAMERICANA

29

29 de junio

P

rograma

del

decimotercer

sábado

DIOS DETIENE EL FUEGO

Para Alejandro, un agricultor y padre de

cuatro hijos en Perú, hacer el almuerzo era

una tarea que requería de mucho esfuerzo.

Primero, debía cavar un hoyo en el suelo.

Luego, colocaba madera y piedras en el

agujero, para luego encender el fuego.

Cuando las llamas teñían las piedras de color

rojo y luego de color negro, Alejandro

arrojaba unas papas sobre ellas. Después, las

cubría con tierra y rocas frías que apagaban

el fuego. Las papas se horneaban con la

tierra caliente, y al cabo de unos veinte

minutos estaban listas para comer.

Un día, Alejandro comenzó a cavar el

hoyo para el almuerzo en un pequeño claro

de su campo de cebada. En esos días, la

cosecha estaba seca y casi lista para la

siega. Alejandro colocó la madera y las

piedras en el agujero y encendió el fuego.

De inmediato, un fuerte viento comenzó a

soplar.

De repente el viento se apoderó de

una chispa y la arrojó hacia el campo

de cebada. Los tallos secos se encendieron

rápidamente y las llamas impulsadas

por el viento corrieron por el campo, e

incluso entraron en el campo de cebada de

un vecino. Otros vecinos también tenían

campos cerca.

Alejandro vio con horror lo que sucedía.

Sus papas crudas yacían olvidadas a sus pies.

El viento soplaba con tanta fuerza, que tuvo

que sostener su sombrero con la mano para

evitar que se volara de su cabeza. El fuego

estaba fuera de control y Alejandro no podía

detenerlo.

Sin pensarlo, cayó de rodillas, se quitó el

sombrero y gritó:

«¡Dios, ayúdame! Si se queman todas las

cosechas, no tendré dinero para pagarles a

todos mis vecinos. Por favor, haz un milagro

y apaga el fuego».

Cuando Alejandro se levantó, miró hacia

el fuego y vio que aún ardía, pero no se

expandía. El viento aún soplaba

fuerte, pero las llamas permanecían en su

lugar, como detenidas por una pared invisible.

Alejandro no podía creer lo que veía.

«¡Esto es un milagro! —exclamó—.

¡Gracias, Señor!».

Corrió a las casas de sus vecinos para

alertarlos del incendio y buscar ayuda.

No quería que salieran al campo y se

preguntaran qué había pasado.

Los vecinos llegaron corriendo a ayudar,

pero para ese momento, el fuego casi se

• Envíe una nota a los padres recordándoles el

programa del decimotercer sábado y aliente

a los niños a traer su ofrenda misionera el

sábado 29 de junio.

• Recuérdeles a todos que sus ofrendas

misioneras ayudan a difundir la Palabra

de Dios en todo el mundo, y que una

parte de nuestras ofrendas del decimotercer

sábado ayudarán directamente a que se

realicen cuatro proyectos en la División

Sudamericana.