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DIVISIÓN DE ASIA PACÍFICO SUR

9

Camboya

20 de octubre

U

na mano

que

flotaba

en

el

aire

Sorn Som An, hijo único de una madre soltera

en una granja de Camboya, comenzó a asistir a

una iglesia cristiana con la intención de conquistar

a una chica.

Pero fue necesario mucho más que una chica

para que este joven se liberara de las creencias

religiosas tradicionales que le había inculcado su

familia. Dios le mostró su poder a través de la

visión de una chispa y una mano flotante.

Cuando era adolescente, Som An acompañaba a su novia a la iglesia todos los

domingos en su ciudad natal, Doun Kaev, ubicada a unos 70 kilómetros al sur de Nom

Pen, la capital de Camboya.

«La verdad, yo no estaba interesado en las

buenas

nuevas del cristianismo —dice—.

Solo estaba interesado en una

buena

chica».

Cierto domingo, uno de los miembros de la iglesia a la que asistían invitó a predicar

a un evangelista adventista. El mensaje presentado los dejó muy intrigados, así que lo

invitaron a predicar nuevamente el siguiente domingo. Después del tercer sermón, los

miembros decidieron, por votación unánime, convertirse en adventistas, y le pidieron a

Som An que viajara a Nom Pen para que informara a los dirigentes adventistas sobre la

decisión que habían tomado.

Poco tiempo después, los treinta miembros de la iglesia fueron bautizados. Som An

también descendió a las aguas bautismales, a pesar de que él realmente no creía en Dios.

«Nací en una familia no cristiana, y cambiar de creencias no era fácil», dice.

Tiempo después, se mudó a Nom Pen para estudiar en la universidad. Como tenía

muy poco dinero, solicitó la ayuda de los líderes de la iglesia, los cuales le entregaron las

llaves de una pequeña casa, de una habitación, donde podría vivir sin pagar alquiler.

Su vida transcurrió normalmente hasta que un día, durante el segundo año de

estudios, se sintió terriblemente enfermo. Ardía en fiebre y apenas podía moverse en la

cama. Pensando que moriría, recordó haber escuchado que Jesús era un Dios poderoso,

así que pensó:

¿Y si oro y le pido a ese Dios que me ayude?

Trató de levantarse de la cama para arrodillarse, pero se derrumbó. Lo intentó de

nuevo, sin obtener resultado. Finalmente, reuniendo toda la fuerza que le quedaba,

logró arrodillarse al tercer intento.

Entonces cerró los ojos y oró: «Querido Señor, ¿podrías ayudarme?». Apenas había

comenzado a hablar, vio una chispa de luz emerger de su frente, arder intensamente

durante unos segundos y desaparecer. Sorprendido, pensó que se trataba de una

manifestación del poder de Dios.

Aunque estaba asustado, continuó orando: «He escuchado que eres un Dios

poderoso —dijo—. La Biblia registra que sanaste a muchas personas. Espero que

Sorn Som An