LECCIÓN OCHO 71
hacer sus nidos. Pero deja parte de su tronco en la
tierra y sujétalo con hierro y bronce entre la hierba
del campo».
La voz continuó diciendo: «Deja que se empape
con el rocío del cielo. Deja que viva entre los
animales. Deja que su mente humana se vuelva
como la de un animal hasta que hayan pasado siete
años.
»He tomado esta decisión para que todos los
vivientes reconozcan que el
Dios
altísimo es el
soberano de todos los reinos humanos y que se los
da a quien él quiere».
Yo no sabía lo que el sueño podía significar.
Cuando se lo conté a
Daniel,
se sintió muy
preocupado. Traté de animarlo a que me lo dijera.
Le dije también que fuera lo que fuera, no me iba a
enojar con él.
Daniel
me dijo que mi sueño era una
advertencia que Dios me estaba dando. Me explicó
que yo era ese árbol. Me había vuelto grande, fuerte
y poderoso. Reinaba sobre muchos lugares. Sin
embargo,
Dios
había visto mi orgullo y había dicho
que si no lo reconocía como Señor, algo extraño y
terrible me pasaría. Perdería la razón y viviría en el
campo como un animal durante siete años. Al final
de ese tiempo volvería a ser rey nuevamente.
Por un tiempo pensé en lo que había dicho
Daniel.
Puse a
Dios
en primer lugar; pero poco a
poco volví a mis viejos caminos. Estaba orgulloso de
lo que había hecho para crear un gran imperio.
Un año más tarde, estaba caminando por la
terraza de mi palacio real viendo complacido, desde
allí, las maravillosas cosas que había en la ciudad.
Me llené de soberbia y dije sonriente y orgulloso:
«¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué con
mi poder y para la gloria de mi majestad?».
Tan pronto como dije esas palabras, escuché una
voz del cielo que me dijo: «Nabucodonosor, te vas a
volver como un animal. Vivirás en el campo durante
siete años. Al final de ese tiempo me vas a
reconocer como Señor. Entonces volverás a ser rey».
Y sucedió como dijo
Dios.
Perdí la razón y viví
en el campo, comiendo hierba entre los animales. Al
final de los siete años me sané y alabé a
Dios
como
gobernante de toda la tierra. Mis consejeros y
funcionarios vinieron a hablar conmigo y me
hicieron nuevamente rey. Sin embargo, esta vez no
voy a cometer el mismo error. Voy a seguir los
caminos de
Dios.
Fue difícil para
Daniel
darme el mensaje que
Dios me enviaba y poner a Dios en primer lugar en
su fidelidad. Pero
Dios
estaba con él y conmigo. Y
Dios
desea ayudarte a ti también. Estará contigo
y te dará fuerzas y valor para servirlo dondequiera
que te encuentres.
Para reflexionar
Pregunte:
¿Qué vio Nabucodonosor en su
sueño? ¿Qué significaba? ¿Por qué le envió Dios
ese sueño a Nabucodonosor?
(Era una advertencia.
Para tratar de hacerle cambiar sus pasos antes de
que fuera demasiado tarde.)
¿Como reaccionó
Nabucodonosor ante el sueño?
(Por un tiempo
puso a Dios en primer lugar, pero luego siguió en
sus malos hábitos.)
¿Por cuánto tiempo perdió la
razón Nabucodonosor?
(Siete años.)
¿Cuál fue
la actitud de Nabucodonosor cuando le fue
restituido su trono?
(Le dio gloria a Dios y
reconoció que Dios era el verdadero gobernante.
Fue un mejor rey.)
Daniel estuvo dispuesto a
interpretar el sueño del rey aunque sabía que el
rey se podría enojar mucho. Estuvo dispuesto a
servir a Dios en todo momento. También
nosotros podemos hacer lo mismo. Vamos a
repetir el mensaje de hoy:
PUEDO SERVIR A DIOS
DONDEQUIERA
QUE ME ENCUENTRE.
Versículo para memorizar
Lea en voz alta Colosenses 4:6 y anime a sus
alumnos a hacer los ademanes siguientes:
«Su conversación
. . . . . .
Señalar la boca.
debe ser siempre agradable
y de buen gusto,
. . . . . .
Abrir las palmas de la
mano hacia adelante.
y deben saber también
Apuntar con el índice
hacia el frente.
cómo contestar
. . . . . . .
Señalar los labios.
a cada uno»
. . . . . . . . . . .
Señalar a los demás.
(Colosenses 4: 6).
. . . . . .
Juntar las palmas de las
manos y luego abrirlas.
Repetir hasta que los alumnos aprendan el
versículo.