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Leccióndelalumno

LECCIÓN 3

¿Algunavezhas dicho, «esonoes justo», solo

paraescuchar aalguiencontestándote «La

vidanoes justa»? Lahistoriade esta semana

hablaacercade cómoel siervodeDios, el rey

Salomón, gobernócon justicia; relatada

desde laperspectivade trabajadores

imaginarios del palacio.

–¿Q

ué era todo ese alboroto esta

mañana?—preguntó el

cocinero al mayordomo del rey, mientras

entraba a la cocina.

—¿Lo escuchaste desde acá?—le

preguntó el mayordomo.

—Todos en el palacio deben de

haberlo escuchado—replicó el cocinero.

—Dos mujeres estaban peleando por

un bebé—dijo el mayordomo.

—¿De veras?—El cocinero sonrió entre

dientes—. ¿Solo dos? Sonaba como todo

un harén. ¿Qué pasaba?

—Dos mujeres se presentaron a la

puerta esta mañana con un bebé,

exigiendo ver al rey. Los guardias trataron

de hacer que se fueran, pero yo estaba

pasando y les dije a los guardias que las

dejaran hablar con el oficial de entrevistas.

Las llevé con el oficial de entrevistas debido

a que yo iba a revisar la agenda para la

próxima semana. El oficial de entrevistas

tampoco quiso tratar con ellas. «Nome voy

a ir hasta que no vea al rey», gritó la mujer

que llevaba un bebé en los brazos. Le

pregunté qué era tan urgente, entonces

me contó una historia asombrosa. Yo

pensé, esto está perfecto. Tenemos mucha

gente de Egipto aquí. Han venido para

escuchar la sabiduría del rey Salomón.

Observar cómo juzga en este caso podría

ser una buena oportunidad para

demostrarla.

—¿Y qué les pasó a esas mujeres?

—interrumpió el cocinero.

—Ellas vivían juntas en la misma casa y

tuvieron sus bebés con tres días de

diferencia. Uno de los niños murió.

Aparentemente sumadre se quedó

dormida y sin darse cuenta se colocó

encima del bebé y lo asfixió. Ella encubrió

sumuerte cambiando su niño con el bebé

de la otra mujer.

—¡Qué atrevimiento! —dijo el

cocinero.

—Lo peor es que la madre del niño

muerto insistía en que ella no había

cambiado los bebés. Por supuesto, la otra

madre conocía a su propio bebé. Ellas

pelearon por esto durante varias horas.

Consiguieron involucrar a sus vecinos,

luego a las autoridades locales. Por

supuesto, todos ellos tenían sus opiniones.

La gente tomó partido. No pudieron llegar

a ninguna conclusión que resolviera la

discordia. Finalmente la verdadera madre

dijo que tenían que conseguir a otra

persona para que decidiera. Todos saben

que el rey Salomón pidió a Dios sabiduría

para gobernar con justicia. Así que las

madres vinieron aquí, seguidas por sus

vecinos, las autoridades y la gente que se

les unió en el camino. La verdadera madre

tranquilamente le contó al rey cómo había

muerto el bebé de la otra mujer y que ella

estaba tratando de quitarle su bebé vivo.

La otra mujer lo negó todo. Chillando dijo

que la verdadera madre estaba mintiendo.

A la mujer no le gustó eso así que empezó

a gritarle.

—¿En presencia del rey?—dijo el

cocinero sacudiendo la cabeza.

—Y también de sus huéspedes

—replicó el mayordomo—. Ese fue el

alboroto que escuchaste. Cuando las

madres se tranquilizaron, ambas contaron

historias convincentes. El rey Salomón

escuchó atentamente todo lo que ellas

tenían para decir. Finalmente, el rey habló.

—¿Qué dijo?

—Tráiganme una espada.

—¿Qué?—exclamó el cocinero.

—Su guardaespadas trajo la espada

—continuó el mayordomo—. Esa hoja

resplandecía con la luz. Yo retrocedí al

pensar en lo que podría hacer. El rey

Salomónmiró la espada, luegomiró a cada

mujer. Entonces dijo: «Corten al niño vivo

en dos y den la mitad a una y la otra mitad

a la otra». Mi corazón dejó de latir —el

mayordomomeneó la cabeza—. La madre

verdadera estaba aterrada al ver que iban a

cortar a su bebé por la mitad. «¡Por favor,

mi señor, entréguele a ella el niño vivo! ¡No

lomate!», gritó ella. De pie a su lado, la otra

madre gritó: «¡Ninguna de nosotras lo

tendrá! ¡Córtenlo en dos!».

El salón se cubrió de un silenciomortal.

Vi a la madre que temblaba. La cara de la

otra mujer parecía como de piedra. Todas

las miradas se volvieron al rey.

¿Verdaderamente lo haría? El rey señaló a la

verdadera madre y dijo: «No lomaten.

Entreguen el niño a esta mujer. Ella es la

madre». Yo respiré profundamente y me di

cuenta de que había estado conteniendo la

respiración. El ministro de la corte puso el

bebé en los brazos de sumadre. Ella ocultó

su rostro entre las ropas del bebé y

comenzó a llorar. Abandonó la sala del

trono agradecida al rey y alabando su

justicia.

—¡Asombroso! ¡Qué hombre tan

increíble!

—Solo espero que Dios deje algo de

sabiduría para el resto de nosotros—dijo el

cocinero—. ¡El rey Salomón parece tenerla

toda!

El gobierno de la sabiduría

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