95
Mostró su misericordia a Abraham y a su
descendencia para siempre —y de esta
manera concluyó.
Elisabet se sirvió algo para tomar, y las
dos mujeres se sentaron en silencio por un
minuto, unidas entre sí por los hijos
especiales que llevaban en su vientre.
Ambas tenían una gran tarea por delante.
Sobre todas las cosas, necesitaban
corazones humildes y a Dios como el
centro de sus vidas.