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¿Has buscado algo alguna vez con tanta ansiedad que
pensabas estar a punto de estallar? ¿Cómo te sentiste
cuando por fin encontraste lo que buscabas? ¿Era tan
grande el alivio que sentiste deseos de cantar? Imagina a
Zacarías y Elisabet.
«S
e acerca el momento —pensaba Elisabet—. Sé que no falta mucho
para que nazca este niño. La próxima semana se cumplirán los
nueve meses desde que Zacarías sirvió en el templo y el ángel le dijo que
yo tendría un hijo. Nueve meses desde que Zacarías dudó de lo que el
ángel dijo y cuestionó al mensajero de Dios. Nueve meses desde que
Zacarías no habla ni una palabra».
Elisabet suspiró. Ya estaban cansados de su lenguaje de mímica e
intentos piadosos para leer los labios. La mayoría del tiempo no podía
entender lo que Zacarías trataba de decir. Él también se sentía frustrado.
La forma más fácil de comunicarse era escribiendo mensajes, pero era
muy lento. «Pronto terminará todo esto —pensaba Elisabet—. El ángel
dijo que no hablaría hasta que el niño naciera. Estoy segura de que será
en cualquier momento, uno de estos días».
Así sucedió. Justamente como el ángel dijo, Elisabet dio a luz un hijo
varón. Su alumbramiento fue fácil; el niño era fuerte y saludable; los
vecinos se enteraron y vinieron a felicitarlos y a compartir su alegría.
Zacarías estaba mudo todavía.
Pasaron uno, dos, tres días y Zacarías todavía no podía hablar. Seis,
siete y ocho, el día de la circuncisión del niño, según las leyes judías. Ese
día debían ponerle nombre.
Nuevamente se reunieron los amigos y vecinos. Aquella era una feliz y
alegre ocasión. Los vecinos se reunieron y conversaron, mayormente
sobre el niño y su padre.
Alguien preguntó:
—¿Cómo lo van a llamar?
—Yo creo que se llamará Zacarías como su padre —contestó otro.
—Quizá le pondrán el nombre de su abuelo —comentó alguien—.
Siempre se le pone al niño el nombre de alguien de la familia.
HAZ
la actividad que
aparece en la página
102.
APRENDE
Comienza
a memorizar el texto
clave.
Sábado
versículo
para
memorizar
«Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae
de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven
en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos
por el camino de la paz» (Lucas 1: 78, 79).
Dios está
personalmente
interesado en
mi salvación.
m
e
n
s
a
j
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