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De modo que fueron echados al fuego y
Dios los libró. Probablemente muchas
personas no han sido libradas de sus
propios hornos de fuego personales.
¿Adoramos a Dios por lo que él puede
hacer por nosotros? No. Adoramos a Dios
por lo que ya ha hecho por nosotros.
Nuestra adoración es una reacción a su
gracia salvadora y nada puede cambiar ese
hecho. No existen circunstancias en la tierra
que pueden hacer titubear la devoción a
nuestro Salvador y el sentimiento de paz
que su presencia infunde en nuestras vidas.