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Lunes

  LEE 

Daniel 3: 4-7.

 CALCULA 

el tamaño de la estatua comparándola con un

edificio alto de tu ciudad o de una ciudad vecina.

 CUENTA 

todos los diferentes niveles de gobierno que

estaban representados.

 INVESTIGA 

cuántos niveles de gobierno hay en tu país.

 REPASA 

el versículo para memorizar.

 ORA 

para que las personas de tu gobierno respeten o

concedan libertad religiosa.

Domingo

 LEE 

Daniel 3: 1-3 y el relato de esta semana «Enfrentando

el fuego».

 HAZ 

la silueta de una llama en un papel y escribe el versículo

para memorizar.

 APRENDE 

Comienza a aprender el versículo para memorizar.

 REPASA 

el versículo para memorizar.

 ORA 

para que Dios te otorgue el mismo valor de Daniel para

trabajar para él.

Martes

 LEE 

Daniel 3: 8-12.

 PIENSA 

¿Qué o quién estaba detrás de la trampa?

 RESPONDE 

¿Cuántos de los instrumentos mencionados se

usan todavía en la actualidad?

 REPASA 

el versículo para memorizar.

 ORA 

para que puedas adorar a Dios en todo lo que haces

hoy.

Sin duda Sadrac, Mesac y Abednego

sabían lo que sucedería. Ellos eran

funcionarios importantes del gobierno.

Sabían que debían asistir a la ceremonia de

dedicación y adorar la estatua. Habían

tenido suficiente tiempo para pensar en las

consecuencias de no obedecer la orden del

rey.

Asistieron a la ceremonia como se les

ordenó, pero cuando se dio la orden de

arrodillarse y adorar la estatua al sonido de

la música, se mantuvieron erguidos y

firmes. Se arrodillarían y adorarían

únicamente al Dios de los cielos.

El ascenso rápido de estos cautivos a

cargos importantes había creado celos

entre muchos babilonios. En este momento

corrieron para dar a Nabucodonosor la

noticia de que los tres judíos se negaban

a adorar la imagen. El rey estaba furioso.

Llamó a los tres, les ofreció otra

oportunidad y los amenazó con echarlos al

horno encendido si lo desobedecían

nuevamente.

Si tenían miedo, sus palabras no lo

mostraban. «¡No hace falta que nos

defendamos ante Su Majestad! Si nos arroja

al horno en llamas, el Dios al que servimos

puede librarnos del horno y de las manos

de Su Majestad» (Daniel 3: 16, 17).

Estos jóvenes confiaban en lo que Dios

podía hacer por ellos. Pero esa no era la

razón por la que se negaron a adorar un

ídolo. Prosiguieron en su respuesta: «Pero

aun si nuestro Dios no lo hace así, sepa

usted que no honraremos a sus dioses ni

adoraremos a su estatua» (vers. 18).