69
| Lección 6
Martes 5 de noviembre
LECTURA E INTERPRETACIÓN DE LA PALABRA
Lee Nehemías 8:4 al 8. ¿Cómo se hacía la lectura de la Ley?
Había dos grupos de trece hombres que estaban con Esdras durante
la lectura. El primer grupo de trece (Neh. 8:4) ayudaba a leer la Palabra de
Dios, y el segundo grupo de trece (Neh. 8:7) ayudaba a entender los pasajes.
No tenemos ninguna información sobre cómo funcionaba esta modalidad
en la plaza abierta; sin embargo, los hombres que ayudaban con la lectura
posiblemente sostenían la Torá (los pergaminos hebreos eran pesados y
otros debían desenrollarlos), y leían sucesivamente, alternando entre los
lectores. Como estuvieron leyendo desde la mañana hasta el mediodía,
habían encontrado una manera de llegar a todos en la plaza.
Las frases “explicaban su sentido” y “de modo que entendieran la lec-
tura” (Neh. 8:8, RVR95) pueden referirse tanto a la interpretación como a la
traducción de los pasajes. Ambos son factibles en este caso. El pueblo había
regresado de Babilonia, donde habían vivido durante muchos años, y el
idioma principal era el arameo. Por lo tanto, escuchar la lectura en hebreo
pudo no haber sido fácil de entender para muchos, especialmente para
las generaciones más jóvenes. Al mismo tiempo, los lectores de la Biblia
pueden beneficiarse de una explicación o comentario. La predicación y la
explicación hacen que el texto cobre vida e impulse a los oyentes a aplicar
la información en un nivel personal.
LeeHechos 8:26al 38. ¿Qué sucedióaquí que sea semejante a loque suce-
dió en Jerusalénen los versículos anteriores? ¿Qué lecciones encontramos
aquí?
Como protestantes, entendemos que los creyentes individuales deben
conocer la Palabra de Dios por sí mismos, y que no debemos aceptar cie-
gamente la palabra de ningún otro en relación con la verdad bíblica, inde-
pendientemente de su autoridad. Al mismo tiempo, ¿quién no se ha sentido
bendecido cuando alguien lo ayudó a entender el significado de los textos?
Cada uno necesita saber lo que cree por sí mismo, pero esto no significa que,
a veces, no podamos ser iluminados por las enseñanzas de otros.