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Esdras

• 457 a.C.: Esdras llega a Jerusalén (Esd. 7) mientras la obra está parada.

Esdras 3 menciona la reconstrucción del altar del Templo y los cimientos, que

tuvo lugar de 537 a 535 a.C. como resultado del edicto de Ciro (Esd. 1:1-2:70).

Después de una celebración inicial (Esd. 3:10-13), se abandonó la obra (Esd. 4:1-5)

debido a una fuerte oposición, que comenzó alrededor de 535 a.C. y duró hasta

520 a.C. (para más detalles, ver Esd. 4:24-6:12). Esdras 4:6 describe brevemente

la oposición para construir bajo el reinado de Jerjes (486-465 a.C.). Luego, en

Esdras 4:7 al 23, leemos acerca de la oposición durante el reinado temprano del

rey Artajerjes. Esdras incluye copias de las cartas que fueron enviadas a ambos

reyes, Artajerjes y Darío. Las cartas se insertan en arameo, mientras que el resto

del libro está escrito en hebreo, lo que significa que se trataba de documentos

oficiales conservados en el idioma que se usaba para los documentos públicos

en ese momento. (El arameo era el idioma universal en ese momento y bajo ese

imperio, al igual que el inglés lo es en la actualidad.) En el año 520 a.C., luego de

quince años de vigorosa oposición, el profeta Hageo animó al pueblo a seguir

construyendo el Templo (lee sus cinco sermones, cortos y poderosos, en el libro

de Hageo). El profeta Zacarías sumó su apoyo, lo que dio lugar a la terminación

del Templo en menos de cinco años y su dedicación en marzo de 515 a.C. (Esd.

6:13-18), seguido de la celebración de la Pascua un mes después (Esd. 6:19-22).

Daniel 10:12, 13, 20

Dios preparó todo para que el pueblo de Dios pudiera reconstruir el Templo

de Jerusalén después de su regreso del exilio babilónico. Él se comprometió

personalmente a impedir los obstáculos y allanar el camino para esta actividad

divina. Según Daniel 10, el ángel Gabriel y Miguel (otro nombre para Jesucristo)

luchaban por la mente de los reyes persas, es decir, Ciro y su hijo Cambises, a fin

de persuadirlos para que avanzaran en el programa de reconstrucción cuando

los celosos enemigos locales de Israel incitaron a estos gobernantes a acabar

con la obra de restauración del Templo. Dios estaba luchando con la mente de

estos príncipes para que se inclinaran a favor de otorgarle al pueblo de Dios

un lugar para adorar al Dios viviente. Es lamentable que los judíos estuvieran

desanimados y dejaran de trabajar en este momento a pesar de que Dios,

con su poder, estaba de su lado. La obra se reanudó cuando el profeta Hageo

apareció en escena.

Esta situación también nos advierte contra la falta de fe y la cobardía en no

seguir la dirección de Dios cuando él prepara una manera para que avancemos

para hacer su voluntad. Sin embargo, la providencia de Dios siempre funciona

mejor que nuestros mejores cálculos o planes. Pero necesitamos confiar en

su conducción y seguir su dirección. Podemos estar seguros de que sus pla-

nes y orientaciones son los mejores, y que siempre tiene en mente nuestra

Lección 4

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Material auxiliar para el maestro

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