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Lección 4 | Viernes 25 de octubre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White,
Profetas y reyes
, “Los edificadores de la muralla”,
“Reproches contra la extorsión” y “Maquinaciones paganas”, pp. 429-448.
“La oposición y otras cosas desalentadoras que en los tiempos de Ne-
hemías los constructores sufrieron de parte de sus enemigos abiertos y de
los que se decían amigos suyos, es una figura de lo que experimentarán en
nuestro tiempo los que trabajan para Dios. Los cristianos son probados, no
solo por la ira, el desprecio y la crueldad de sus enemigos, sino por la indo-
lencia, inconsecuencia, tibieza y traición de los que se dicen sus amigos y
ayudadores” (
PR
434).
“En la firme devoción de Nehemías a la obra de Dios, y en su igualmente
firme confianza en Dios, residía la razón del fracaso que sufrieron sus ene-
migos al tratar de atraerlo adonde lo tuvieran en su poder. El alma indolente
cae fácilmente presa de la tentación; pero en la vida que tenga nobles fines
y un propósito absorbente, el mal encuentra poco lugar donde asentar el
pie. La fe del que progresa constantemente no se debilita; porque encima,
debajo y más allá de lo que se ve reconoce al amor infinito que obra todas
las cosas para cumplir su buen propósito. Los verdaderos siervos de Dios
obran con determinación inagotable, porque dependen constantemente del
trono de la gracia” (
PR
447).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Ponte en el lugar de Zorobabel, Josué y los demás líderes cuando esos
hombres acudieron a ellos con el ofrecimiento de ayuda. Almirar hacia
atrás, podemos ver que hicieron lo correcto al no aceptar ese ofreci-
miento. Como adventistas, ¿cómo podemos saber cuándo deberíamos
colaborar o no con otros que no son de nuestra fe? ¿Cómo decidimos
si está bien o mal? ¿Qué criterios podemos seguir?
2. A lo largo de la historia bíblica, vemos los peligros de transigir con el
mundo respecto de nuestra fe. De hecho, toda la historia del antiguo
Israel, hasta el cautiverio babilónico, fue un ejemplo poderoso de esta
avenencia. Al mismo tiempo, ¿qué sucede cuando la gente se va a un
extremo tratando de evitar ese peligro? Cuando acusaron al mismo
Jesús de violar el sábado (ver Juan 9:14-16), ¿no tenemos un ejemplo
poderoso de que sus acusadores se fueron al otro extremo? ¿Cómo
hallar el equilibrio adecuado?