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s difícil no compartir con los demás alguna buena

noticia. Cuando pasa algo realmente bueno,

sentimos que se lo queremos decir a todos. «¡Saqué la

mejor nota hoy en la escuela!» «¡Ha ganado mi equipo!»

No importa de qué se trate, es difícil guardar en secreto

las noticias, especialmente las buenas. Hace mucho

tiempo, algunos ángeles anunciaron unas noticias muy

buenas.

adie en Belén prestó mucha atención a la

pobre pareja que entró a dormir en el

establo, detrás de la posada. Belén estaba lleno de

gente que había venido para ser contada. Soldados

y oficiales se apresuraban a prepararse para el

censo.

Nadie estaba interesado en un bebé recién

nacido.

Pero en el cielo todo era diferente. Los ángeles

observaban atentamente todo lo que estaba

sucediendo. Cuando nació Jesús, comenzaron a cantar

alabanzas en honor de Jesús. Eran cantos de gran gozo.

Algunos pastores estaban cuidando sus rebaños

en las colinas que rodeaban a Belén. Todo estaba

tranquilo. Sus rebaños de ovejas y cabras

descansaban plácidamente. Los pastores estaban

sentados junto al fuego para no sentir frío y

conversaban sobre su tema favorito, la promesa del

Mesías. ¡Sí, el Mesías! Aquel que iba a venir a

salvarlos. Seguramente iba a venir muy pronto.

De pronto, una luz resplandeciente llenó los

cielos. Los pastores se cubrieron los ojos con las

manos para protegerse del gran resplandor.

Entonces escucharon una hermosa voz que les dijo:

«No tengan miedo. ¡Les traigo buenas nuevas

para todos! Hoy ha nacido un bebé en la ciudad de

David. Este bebé es el Señor, el Prometido de Israel.

Encontrarán al niño envuelto en pañales acostado

en un pesebre».

Los pastores se quedaron

mudos de asombro. Antes de

que pudieran recuperar el

aliento, el cielo se llenó de

ángeles que cantaban, llenos de

regocijo, alabanzas a Dios.

«Gloria a Dios en las alturas, y en

la tierra paz a los que gozan de

su buena voluntad», cantaban

los ángeles.

De la misma forma sorpresiva

en que aparecieron los ángeles,

desaparecieron de pronto. Los

pastores se frotaban los ojos sin

poder creer lo que habían visto.

Todo se veía tan oscuro ahora,

¿habían estado soñando? Pero

al mirarse unos a los otros

Lucas 2: 8-14;

El Deseado de todas las gentes

, cap. 4.

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Cantos de alegría

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12

Lección

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