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Leccióndelalumno
¿Has participado alguna vez en una
pelea? Quizá le has gritado a tu
hermano o hermana. O te has enojado
con alguien en la escuela. O tal vez has
visto a dos personas luchando
físicamente entre sí. ¡Imagina cómo
sería si todas las personas que te
rodean, en tu casa y en la escuela,
estuvieran peleando unas contra otras
constantemente! Esa fue la visión que
tuvo Daniel.
I
magina que estás parado en la
azotea del balcón del palacio del
rey en Babilonia. El rey actual está de
viaje, dirigiendo el ejército para
invadir a un país vecino del sur. Pero
contigo en el balcón se encuentra un
residente de la ciudad, un extranjero,
como tú, pero con extraordinaria
reputación entre los babilonios, el
anciano profeta Daniel.
Si Daniel te pudiera señalar los
lugares más importantes de la ciudad,
señalaría primeramente la suntuosa
puerta por donde marchó por primera
vez como un adolescente cautivo.
Cerca de allí te mostraría los
departamentos donde él y sus jóvenes
amigos llamaron la atención de
Nabucodonosor. Un poco más allá de
la ciudad, se encuentra la llanura
donde se construyó la enorme estatua
de oro y el horno ardiente donde
arrojaron a Sadrac, Mesac y Abednego.
¡Mira más allá! Esos increíbles jardines
colgantes. (Daniel no lo sabía en ese
momento, pero más tarde la gente se
referiría a esos jardines al igual que las
pirámides, como una de las siete
maravillas del mundo antiguo.)
Si escuchas cuidadosamente desde
el balcón, todavía puedes oír el
caminar de los leones de un lugar hacia
otro en el foso donde arrojaron a
Daniel. Escucha en la noche cuando los
leones están hambrientos y podrás
sentir el terror que los leones causaban
a los ciudadanos babilonios.
Pero si Daniel te estuviera contando
acerca de Babilonia, no se podría
concentrar solamente en el pasado.
Babilonia era el lugar desde donde
Daniel vio el futuro.
Daniel te contaría acerca de los
leones, los osos y los leopardos que
representaban los poderosos imperios
del mundo antiguo. Te contaría acerca
de terribles e indescriptibles bestias
como nadie jamás ha visto o imaginado.
Te hablaría acerca de carneros y machos
cabríos, cuernos y coronas y miles y
miles de ángeles. Él te describiría cómo
será cuando regrese el Rey de reyes en
las nubes de los cielos. Y tú estarías
escuchando la historia, absorto.
Luego Daniel se aseguraría de que
estás prestando atención y te diría
que quiere compartir contigo su visión
acerca de guerras y del dios de las
fortalezas. «Eso fue una pesadilla
—explicaría—, con tantos ejércitos,
batallas e invasiones que no puedes
imaginar. La matanza, los saqueos y
robos nunca cesaron. ¡Y la gente en la
visión! Estaba llena de ira, orgullo,
violencia, enojos e insolencia. Eran
personas despreciables. Hacían lo que
querían. Engañando y diciendo
mentiras».
Y así es exactamente la vida en este
mundo, sin Jesús, desde entonces
hasta hoy. Pero afortunadamente
Daniel vio más allá de esa clase de vida,
y comenzó a describir en Daniel 12
cuando Miguel, el gran príncipe,
regresará para rescatar a su gente y
llevarla de vuelta al «hermoso país»
(Daniel 11: 41) y darle su herencia.
Adorar al «dios de las fortalezas»
(Daniel 11: 38) en lugar del Dios de paz
resulta en guerras, guerras y más
guerras. La fortaleza y el poder terrenal
nunca nos salvarán. Pero cuando
adoramos a Dios, al Dios de paz,
reconocemos que confiamos en que él
vendrá y nos salvará del dolor de la
guerra y el sufrimiento.
¡Este es un mensaje que vale la
pena compartir!
Guerras, guerras y más guerras
LECCIÓN 10