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colores diferentes, era una túnica finísima, una ropa que solo usaba un príncipe o una

persona especial.

José deslizó sus brazos en la túnica. Pasó las manos por la suave tela. Le gustaban

especialmente los intensos colores.

—Gracias, papá —dijo suavemente.

Los hermanos mayores de José lo observaron con el ceño fruncido. ¿Por qué era él tan

especial? ¿Por qué siempre conseguía regalos especiales de su padre? Los celosos hermanos

murmuraban entre ellos.

Una noche José tuvo un sueño muy extraño. Al día siguiente, se lo contó a sus hermanos.

—Estábamos en el campo atando gavillas de trigo. Mi gavilla permanecía levantada y las

gavillas de ustedes se inclinaban ante la mía.

—¿Realmente piensas que alguna vez nos inclinaremos ante ti? —dijeron enfadados los

hermanos mientras murmuraban entre sí.

Más adelante, José tuvo otro sueño. Se lo contó a su padre y a sus hermanos también.

—Vi el sol, la luna, y once estrellas que se inclinaban ante mí —dijo.

Jacob, el padre, reprendió gentilmente a José.

—¿Realmente crees que tu madre, tus hermanos y yo vamos a inclinarnos ante ti? —le

preguntó.

Nadie entendía el significado de los sueños

de José. Pero Jacob no los olvidó.

Años más tarde los recordaría y

comprendería.

José fue bendecido al

recibir muchos regalos de

Dios. Dios le dio padres

que lo amaban. Dios

también bendijo a José

con el don de

interpretar los sueños.

Dios guio a José y le dio

buenos pensamientos.

Dios te ama a ti y

también te bendice con

muchos dones. Él te da

buenos pensamientos. Él

siempre te ayudará a

hacer bien las cosas.