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a

SEMANA

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inTerpreta

¿Qué tienes en la taza?

C

ada ser humano abriga un preciado conjunto de convicciones o creencias

respecto de sí mismo. Todo ello es parte de la identidad propia, que se apoya en

diversos rasgos individuales. Como se mencionó anteriormente, Sambalat puso

en entredicho y atacó la identidad, la cultura, la capacidad, la religión, la convic-

ción, la experiencia, el conocimiento y la educación de Nehemías, así como la

calidad del trabajo realizado, con la esperanza de que como líder reaccionara

negativamente.

El objetivo de los acosadores es siempre el mismo: quieren «exponer», o que

se derrame, tus emociones negativas. Es como la siguiente imagen visual: si al-

guien tropieza contigo cuando tienes en la mano una taza llena, lo que haya den-

tro de la taza se derramará. Eso hace el acosador: sale a chocarse contigo para

que se derrame lo que llevas entre manos en el momento y quedes así expuesto

y desanimado. Sambalat estaba tan irritado por el proyecto de reconstrucción de

la muralla que, con sus ataques, intentó desestabilizar a Nehemías para que «de-

rramara» las menos nobles de sus emociones.

Pero ¿qué se «derrama» en el caso de Nehemías? El líder judío no se siente

perturbado por los ataques personales. En vez de justificarse o de expresarse

negativamente, encuentra un canal en la oración (Neh. 4: 4-5). En vez de justificar

su experiencia en base a su trabajo en la corte real, o de utilizar alguna documen-

tación legal, lo que de inmediato se observa es su preocupación por la gloria

de Dios.

Las oraciones imprecatorias, aquellas que invocan maldiciones sobre los de-

más, pueden ser difíciles de explicar, especialmente a la luz de las enseñanzas de

Jesús. Pero se encuentran en las Escrituras, mayormente en los escritos de David,

un hombre «conforme [al] corazón» de Dios (ver 1 Sam. 13: 14; cf. Sal. 5: 10; 10: 15;

28: 4; 31: 17, 18; 35: 4-6; 40: 14, 15; 58: 6-11; 69: 22-28; 109: 6-15; 139: 19-22; 140: 9-10). En

esos pasajes, la emoción que motiva las plegarias no es la ira ni la autojustifica-

ción. En cambio, la oración hace que los que oran se identifiquen con Dios y con

sus acciones, y que se olviden de sí mismos. En el caso de Nehemías, el proyecto

era mucho más abarcante que los insultos de Sambalat, que los muros de Jerusa-

lén o que la dinámica geopolítica de aquel tiempo. Había repercusiones universa-

les y salvíficas, y Nehemías sabía en qué punto se encontraba en el camino de la

salvación. En oración, estuvo de acuerdo con Dios, buscando eliminar cualquier

elemento que lo distrajera del plan de salvación.

Los cristianos somos muy variables: pasamos de una confianza presuntuosa

respecto al poder de Dios, considerando las pruebas y las tribulaciones como

algo insignificante, al extremo opuesto, que es la falta total de confianza en el

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