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a
SEMANA
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inTerpreta
Las emociones y la voluntad
L
as últimas dos fases de aquel reavivamiento también se encuentran en este
capítulo. Nehemías nos dice: «Todo el pueblo lloraba al oír los términos de la ley»
(Neh. 8: 9).
Caemos en dos extremos cuando se trata de avivamientos: unos evitan
por completo toda respuesta emocional, mientras que otros hacen una total ca-
tarsis, liberando por completo las emociones
. Las Escrituras dejan claro que es el
intelecto el que absorbe la comprensión de la Palabra.
Una vez que se lee y se entiende la Palabra (y hay quienes se sienten compun-
gidos) se producen las manifestaciones de admisión de culpa y de arrepentimien-
to. Cada cultura tiene un concepto diferente del sentimiento de culpa. Algunos
lo ven como una actividad comunitaria que gira en torno a la vergüenza; otras
culturas agregan y profundizan dicho sentir, dirigiéndolo a una acción encamina-
da a responsabilizar a alguien; por último, hay culturas que evitan el más mínimo
indicio de sentimientos de culpa. En un contexto adecuado, la culpa es saludable:
así como los receptores del dolor le dicen al cerebro que algo anda mal en nues-
tro organismo, la culpa, bajo la convicción del Espíritu Santo, nos conduce al Se-
ñor, quien en última instancia es el único que puede, y que eliminará, nuestra
culpa, vergüenza y temor (ver Isa. 1: 16-19; 1 Juan 1: 9).
Nehemías redirigió sus emociones a la alegría, porque «la alegría del Señor es
nuestro refugio» (Neh. 8: 10), si bien el resultado natural de la convicción fue el
llanto. Esto, a su vez, condujo a la fase final del avivamiento en el que la voluntad
se sometió a la obediencia. Los congregados entendieron lo que la Palabra decía
(ver Neh. 8: 13-15); hicieron lo que ella indicaba (vers. 16); y disfrutaron de lo que
en ella se afirmaba (vers. 17). Todo lo que hicieron en concreto, para celebrar la
Fiesta de los Tabernáculos o de las Cabañas, no es tan importante como que sus
voluntades decidieron obedecer después de que su intelecto y sus emociones
actuaron en sintonía.
Las conferencias teológicas y las convocatorias para celebrar estudios bíbli-
cos pueden dedicar mucho tiempo a la comprensión de la Palabra, pero eso no
será un reavivamiento; las reuniones de oración y las sesiones de alabanza y ado-
ración pueden dedicar horas para estimular los sentimientos de nuestros corazo-
nes, llorando ante el Señor, pero eso no será un reavivamiento; los libros de
superación personal y los videos instructivos pueden mostrarnos cómo mejorar
nuestro estilo y calidad de vida, así como recopilar buenos ejemplos de aquí y
allá pero, una vez más, esto no será un reavivamiento. El reavivamiento colectivo
se produce cuando el pueblo de Dios se reúne para estudiar juntos, para respon-
der juntos y para decidir que obedecerá los principios de Dios como congrega-
ción de manera patente y específica.
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