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Material auxiliar para el maestro //

Lección 3

A pesar de que la comunidad judía ya no adoraba ídolos, su idolatría anterior

hizo necesario que Esdras y Nehemías le enseñaran nuevamente al pueblo lo

que significaba adorar al Dios del cielo y vivir para él. Su forma aparentemente

áspera de abordar situaciones (como los matrimonios mixtos en los últimos ca-

pítulos de Esdras y Nehemías) no debería sorprendernos, porque ambos líderes

querían enseñarle al pueblo lo que significaba vivir una vida santa y cambiar

radicalmente su estilo de vida impío. En consecuencia, tanto Esdras como Ne-

hemías exigieron un compromiso sin reservas con Yahvéh, una reforma total y

un servicio ferviente para con Dios.

Llamado a restaurar: una colaboración

Nehemías llegó a Jerusalén (445/444 a.C.) unos trece años después que

el grupo de Esdras. Pero la misión de Nehemías de reconstruir Jerusalén no

habría sido tan exitosa sin el trabajo de Esdras, quien se ocupó de enseñarle

al pueblo acerca de Dios. En otras palabras, Dios utilizó a Esdras para “edificar”

espiritualmente al pueblo a fin de que pudiera “edificar” estructuras físicas una

vez que Nehemías llegara. Dios estaba obrando en segundo plano, preparando

el corazón del pueblo y de los dos líderes. En última instancia, Dios no solo que-

ría una Jerusalén restaurada; quería un pueblo restaurado que le perteneciera.

Por lo tanto, el trabajo principal de Esdras y de Nehemías era hacer volver al

pueblo a Dios. No solo inspiraron al pueblo para la obra que se realizaría en las

ruinas; lo más importante es que inspiraron al pueblo para que descubriera su

fervor por Dios. Esdras y Nehemías modelaron ese fervor en su propia vida a

través de la oración, el ayuno, la búsqueda de Dios y el actuar de acuerdo con

la Palabra de Dios.

Tanto Esdras como Nehemías fueron elegidos para una tarea específica du-

rante un momento estratégico de la historia. Fueron llamados como líderes, cada

uno según su estilo único, sobre la base de sus talentos. Esdras era sacerdote y

escriba; por lo tanto, su principal influencia fue a través de las enseñanzas de la

Torá. Nehemías, por otro lado, era copero del rey, y tenía increíbles habilidades

de liderazgo para motivar y reunir al pueblo para realizar un trabajo. Esdras era

maestro; Nehemías era hacedor. Ambos eran líderes y, sin embargo, lideraban

de manera diferente. Al mismo tiempo, los dos estilos de liderazgo eran im-

portantes para la misión en cuestión. Se complementaron y cooperaron con el

fin de lograr un cambio para Dios. Dios utilizó sus diferentes personalidades y

pasiones para lograr un cambio en la nación.

En definitiva, nosotros somos responsables de lo que hacemos con la tarea o la

función que Dios nos da. La decisión de terminar nuestra tarea con excelencia o

con mediocridad recae sobre nosotros. Dios nos ayudará en cada paso del cami-

no. Sin embargo, él no hará por nosotros el trabajo que nos ha dado para hacer.

Podemos tener todos los dones debajo del Sol, pero si no los estamos usando

para Dios son inútiles. A cada uno le toca decidir poner todo de sí en todo lo que

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