EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
RESEÑA
Texto clave: Esdras 7:10, 27; Romanos 8:28.
Enfoque del estudio: Esdras 7; Daniel 8:14; 9:24-27.
Dios llama a Esdras y a Nehemías para una tarea específica: reconstruir los
muros y las puertas de Jerusalén. Pero, lo más importante es que Dios llama a
estos hombres a “reconstruir” el remanente del pueblo de Dios para que una vez
más actúen como misioneros para el mundo. Esdras responde al llamado de Dios
para ser maestro de su Palabra. En compañía de un grupo de repatriados, viaja
a Jerusalén para enseñar al pueblo acerca de Dios. Allí, Esdras prepara al pueblo
para hacer la obra de restaurar Jerusalén. El reavivamiento espiritual siempre
precede a la reforma en la vida; los actos decisivos son una consecuencia natural
de ese reavivamiento. Por lo tanto, Esdras se dedica a educar al pueblo acerca de
quién es Dios en un esfuerzo por inspirarlo a caminar plenamente con él.
Cuando Nehemías, un hombre de acción, aparece en escena, Dios lo llama
a reconstruir específicamente las estructuras físicas de Jerusalén, a inspirar al
pueblo a defender la justicia, a confiar en la protección de Dios y a impulsar
reformas en la vida civil de la nación (la justicia y el cuidado de los menos fa-
vorecidos son una prioridad para Nehemías). Demuestra cómo es la vida de un
cristiano, que vive cada día para Dios.
Además, esta lección confirma el decreto de Artajerjes, en Esdras 7, como
la fecha de inicio para la profecía de los 2.300 días/años de Daniel 8:14 y para
la profecía de la setenta semanas de Daniel 9:24 al 27. También se analiza la
elección de Dios, en el contexto de Romanos 8 y 9.
COMENTARIO
Período profético
Dios llama a Esdras al comienzo del período profético de las setenta semanas,
descrito en Daniel 9:24 al 27. El inicio de este período profético coincide con la
orden que dio Artajerjes de restaurar la ciudad de Jerusalén en el año 457 a.C.
La lección de esta semana explica en detalle qué significó ese período profético
y cómo se corresponde con la profecía de los 2.300 años. A través de la profecía,
Dios demuestra especialmente que él está al mando de los acontecimientos y
cuida de nuestro mundo. Además, Dios levanta a un profeta o líder sobre su
pueblo al comienzo de cada período profético o tiempo de crisis en Israel, y
también al final de cada período. Por ejemplo, Moisés llega en el momento del
Éxodo, mientras que Josué llega al final de la estadía en el desierto, cuando el
pueblo de Dios entra en la Tierra Prometida. El siguiente esquema demuestra
que los profetas fueron llamados en un momento decisivo en la historia de la
salvación, que coinciden con el principio y el fin de un período profético:
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