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al abordar la situación de matrimonios mixtos en la nación (Esd. 9, 10). Por lo

tanto, es evidente que siguió una práctica que se había convertido en hábito

cada vez que se encontraba en una situación difícil. En lugar de recurrir solo a

consejeros humanos y diseñar un plan, primero se dirigía al Dios del Universo,

que, en última instancia, tiene todo en sus manos.

Nehemías: el líder-siervo

Uno de los hábitos de Nehemías era la oración y el ayuno también. Cuando

escuchó que al pueblo se le impidió continuar con la labor de reconstrucción

del muro de la ciudad debido a la oposición de sus enemigos, se sentó, lloró y

se afligió durante días mientras ayunaba y oraba. Le pidió a Dios que tuviera

misericordia de su pueblo e interviniera. Dios respondió sus oraciones y lo envió

a Jerusalén como dirigente del pueblo (Neh. 1, 2).

En su gestión como gobernador, vemos otros hábitos de Nehemías. Tenía

el hábito de la perseverancia. No se desanimaba ante la oposición, ni siquiera

con el desánimo de los israelitas. Se mantuvo enfocado en lo que debería ser el

próximo curso de acción, lo que incluyó clamar a Dios por ayuda y luego volver

al trabajo. Armó a los israelitas para que pudieran protegerse y actuar como ele-

mento disuasivo ante cualquier fuerza externa (Neh. 4). Podría haberse rendido

debido a las graves amenazas contra su vida, pero su perseverancia se debió a

otro hábito: su confianza en Dios. Incluso confiar en Dios es un hábito que de-

bemos practicar. Si tenemos el hábito de dudar y desconfiar de Dios, entonces

podremos ir aún más lejos y culpar a Dios cuando surjan los próximos desafíos o

problemas en nuestra vida. Por otro lado, cuando practicamos la confianza y la

fe en las promesas de Dios, lo haremos incluso cuando vengan tiempos difíciles.

Otro hábito que Nehemías demostró fue la generosidad. En Nehemías 5:14

al 19, Nehemías velaba por sus siervos y también por otros que no tenían mu-

chos recursos y que necesitaban un lugar para comer todos los días. En lugar

de cobrar un salario como gobernador en Israel, Nehemías daba sus ganancias

a la gente. Fue una costumbre que practicó durante años. Se indignó cuando

supo que los dirigentes de Israel y los ricos les quitaban sus bienes a quienes se

habían endeudado con ellos (Neh. 5:1-13). Naturalmente propenso a la genero-

sidad, cualquier injusticia en sentido contrario provocaba una respuesta rápida

en su corazón compasivo.

Por último, no solo Esdras dedicaba tiempo a estudiar la Palabra de Dios. El

mismo gobernador también era un ejemplo en ese sentido (Neh. 8:9). Para que

Nehemías mantuviera su pasión por Dios y la visión que tenía para el pueblo,

tuvo que cultivar el hábito de dedicar tiempo a estudiar las Escrituras (Neh. 8).

Hay que cultivar y fomentar la dedicación a Dios. Buscar a Dios sin vacilar es

una propensión que prospera solo mediante un tiempo diario con Dios. Es el

resultado directo de la oración y la lectura de la Biblia. Necesitamos escuchar

directamente a Dios a través de su Palabra. Nehemías se aseguró de que el

Lección 13

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Material auxiliar para el maestro

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