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Leccióndelalumno
LECCIÓN 5
¿Alguna vez has oído el dicho que dice:
«Tus acciones hablan tan fuerte que no
me dejan oír tus palabras»? Nuestra
historia de esta semana analiza la vida
de Salomón. ¿Concordaban sus
acciones con sus palabras?
E
l calor del día afectaba bastante a
la reina. El viaje desde Sabá, al
sureste de Arabia, había sido largo.
De repente se despertó al escuchar
un grito, se incorporó para ver lo que
estaba pasando. Haciendo a un lado
la cortina que cerraba su
compartimiento, pudo ver el palacio
del rey Salomón en el horizonte.
Al fin, hemos llegado a la casa del
sabio
, pensó la reina.
Me pregunto si
será verdad todo lo que dicen de él.
Los monarcas que pasaban por su
país habían traído noticias del rey de
Israel y su fabulosa sabiduría. Sin
embargo, ella sabía que los hombres,
algunas veces, son dados a exagerar.
Algunos incluso lo habían proclamado
como el hombre más sabio del mundo.
Creyendo que necesitaba confirmarlo
por sí misma, la reina hizo los
preparativos para viajar a Israel. En
cada lugar donde se detuvo la
caravana, la reina escuchó más acerca
del rey Salomón. Pronto estaría en su
presencia.
Arribaron a las afueras de Jerusalén.
Sus músicos se reunieron y empezaron
una procesión anunciando su llegada.
El maestro de ceremonias vino a
saludar a la caravana y escoltó a la
reina en su entrada en la ciudad de
Salomón.
La caravana marchó
pomposamente por Jerusalén y luego
se detuvo frente al palacio. Los
asistentes de la reina la ayudaron a
descender. Después de intercambiar
algunos saludos con el primer ministro
de Israel, el cortejo real fue conducido
a las habitaciones para huéspedes del
palacio. El personal del rey sirvió
refrescos y los ayudó a ponerse
cómodos. Unas pocas horas más tarde,
el grupo fue convocado para
encontrarse con el rey Salomón. La
reina observaba todo lo que la
rodeaba.
Hasta la sala de espera es
elegante,
pensó.
—¡Su alteza real, la reina de Sabá!
—anunció el cortesano, mientras la
reina atravesaba las puertas de un
inmenso salón de banquetes.
Todo era más hermoso de lo que
ella había imaginado. Las cortinas
parecían como de oro. Los muebles
estaban hechos con las maderas más
finas y embellecidos con oro.
Incontables candiles titilaban por todo
el salón. El olor a flores recién cortadas
y los manjares perfectamente
cocinados llenaban el salón mientras
avanzaba hacia el rey Salomón.
Él se adelantó sonriendo.
—Bienvenida —le dijo—. Espero
que haya tenido un viaje placentero.
Por favor venga y disfrute el banquete
preparado por mi personal.
Durante meses antes de salir de su
país, la reina había sido instruida por el
hombre más sabio de su reino para
preparar preguntas difíciles y enigmas
para Salomón. No se habían puesto
límites a las preguntas que pudiera
hacer. Eligieron una variedad de
preguntas de ciencias, literatura,
matemáticas, historia, música, filosofía
y religión. Durante la comida, la reina le
hizo a Salomón esas preguntas.
Maravillada ante la habilidad del rey
para contestar aun los problemas más
difíciles, aumentó su respeto por él.
En los días que siguieron, pasó
horas probando a Salomón. Mientras
paseaba por el palacio y la ciudad,
miraba cómo se relacionaba con su
personal y los oficiales de la corte.
Observó los sacrificios que se ofrecían
a Dios en el magnífico templo que
Salomón había mandado construir.
Empezó a hacer sus propias preguntas
mientras él le presentaba a Dios el
Creador.
Durante la última reunión, la reina
pidió hablar a solas con el rey.
Él despidió al personal.
—Rey Salomón, la primera vez que
escuché acerca de ti fue cuando
enviaste a pedir maderas de sándalo de
mi país. Veo que las usaste para
construir el templo del Dios viviente.
Después de eso escuché muchas cosas
acerca de ti y de tu país. Yo he venido
para ver por mí misma si esto era
verdad. Desde que vine aquí y me reuní
contigo y tu pueblo, he visto que es
verdad. Alabo a tu Dios que te puso
sobre el trono. Él ciertamente debe
amar mucho a Israel, pues te ha dado
tanta sabiduría para gobernar este
reino. Debo aprender más de él.
He traído conmigo cuatro
toneladas de oro, grandes cantidades
de especias y piedras preciosas. Por
Una reina curiosa