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Leccióndelalumno

LECCIÓN 4

¿Has estadoalgunavez enuna reuniónmuy

grande enmediode cientos depersonas que

sehancongregadoparaparticipar enun

eventoespecial? Sucedióalgoparecido

cuandoSalomónconvocóal pueblode Israel

paradedicar el nuevo templo.

E

l rey Salomón estaba de pie frente al

magnífico templo que había

construido para Dios. Aquel templo era

muchomás grande ymajestuoso que la

tienda del tabernáculo edificada por

Moisés cuando conducía al pueblo por el

desierto.

Habían transcurrido siete años desde

que Salomón había dado la orden de

comenzar el trabajo de aquel templo.

Finalmente había llegado el día oficial de la

dedicación. El pueblo de Israel se había

reunido conmucha curiosidad. Dirigentes y

reyes de otras naciones también estaban

presentes, esperando conocer más del

famoso rey Salomón y de su Dios.

El séptimomes era siempre el más

adecuado para las celebraciones. La

cosecha había terminado y la época de la

nueva siembra no había comenzado aún.

Era el tiempo de la Fiesta de los

Tabernáculos, siete días apartados para

agradecer a Dios por la cosecha. Ahora, la

gente también celebraría la misericordia de

Dios dedicándole sus vidas así como el

nuevo templo.

De pronto, apareció la comitiva. El arca

del pacto, tallada por Bezalel para el

santuario original, estaba siendo trasladada

para ocupar su lugar en el nuevo templo.

Cada seis pasos los sacerdotes paraban y

ofrecían sacrificios a Dios.

Finalmente los sacerdotes y cantores

tomaron sus posiciones. Los levitas se

vistieron de lino blanco y llevaban címbalos y

arpas, 120 sacerdotes tocaban las trompetas.

Repentinamente la nube que

representaba la presencia de Dios llenó el

Templo. El rey Salomón se arrodilló sobre la

plataforma de pocomenos de dos metros

de altura que había preparado

especialmente para la dedicación. La misma

estaba junto al altar de los sacrificios, en el

atrio del Templo. Todos podían oír su voz

mientras se dirigía a Dios en oración.

«Bendito sea el Dios de Israel. El que

hizo todo lo que dijo que haría. Señor, Dios

de Israel, no hay otro Dios como tú. Tú

cumples tus promesas y muestras

misericordia con quienes te sirven y te

siguen con todo el corazón.

»Oh Dios; ¿morarás realmente aquí en la

tierra? ¡Los cielos, y aun los cielos de los

cielos, no pueden contener toda tu gloria!

Muchomenos esta pequeña e insignificante

casa que he construido para ti. Por favor

escúchame, me siento tan pequeño e

insignificante. Sin embargo, mi Dios, atiende

a la oración y la súplica de este siervo tuyo.

Oye el clamor y la oración que hoy elevo en

tu presencia. Cuando yo (omi pueblo) oren

en este lugar, oye desde el cielo, donde

habitas; ¡escucha y perdona! Cuando en el

país haya hambre, peste, sequía, o plagas de

langostas o saltamontes en los sembrados,

o cuando el enemigo sitie alguna de

nuestras ciudades, en fin, cuando venga

cualquier calamidad o enfermedad, oye sus

oraciones desde el cielo, donde habitas y

sánalos para que confíen en ti, y te

conozcan, y anden en tus caminos.

»Hay extranjeros aquí en Israel, y

muchos vendrán aquí para aprender de ti.

Oye sus oraciones, y ayúdalos para que te

conozcan y te amen como Israel lo hace

hoy. Y hazles comprender que en esta casa

que he construido para ti se invoca tu

nombre.

»Si tu pueblo va a la guerra, y recuerda

orar, escúchalos y fortalécelos. Si ellos pecan

contra ti (y todos hemos pecado) y te enojas

con ellos, y los entregas al enemigo para

que se los lleven cautivos, si se vuelven a ti

de todo corazón y con toda el alma, y oran a

tí, oye tú su oración y su súplica desde el

cielo, donde habitas, perdónalos y

restáuralos a su tierra.

»Ahora, mi Dios, abre tus ojos y tus

oídos y responde la oración que te he

elevado en tu santo templo. Permite que tus

sacerdotes tengan salvación, y que tus

santos, tu pueblo, tengan corazones felices.

Recuerda a David, tu siervo y no te apartes

de mí, a quien has ungido como rey sobre

tu pueblo» (ver 1 Reyes 8).

Repentinamente, descendió fuego del

cielo, y ese fuego santo consumió todas las

ofrendas y los sacrificios. La gloria llenó la

casa. Todo Israel se postró ante Dios.

Salomón había orado, no solamente

por él, sino por todo el pueblo, hasta por los

visitantes extranjeros. Dios había honrado

su oración.

Allí hubo sacrificios, música, cantos y

regocijo. Sin embargo, la oración de

Salomón fue una parte importante de la

adoración a Dios. Sucede lomismo con

nosotros. Nuestras oraciones por los demás

son una parte importante de nuestra

adoración a Dios.

Guerrero de oración

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