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Leccióndelalumno
LECCIÓN 13
¿Has buscado algo alguna vez con tanta
ansiedad que pensabas estar a punto de
estallar? ¿Cómo te sentiste cuando por fin
encontraste lo que buscabas? ¿Era tan
grande el alivio que sentiste deseos de
cantar? Imagina a Zacarías y Elisabet.
«S
e acerca el momento—pensaba
Elisabet—. Sé que no falta mucho
para que nazca este niño. La próxima
semana se cumplirán los nueve meses
desde que Zacarías sirvió en el templo y
el ángel le dijo que yo tendría un hijo.
Nueve meses desde que Zacarías dudó
de lo que el ángel dijo y cuestionó al
mensajero de Dios. Nueve meses desde
que Zacarías no habla ni una palabra».
Elisabet suspiró. Ya estaban cansados
de su lenguaje de mímica e intentos
piadosos para leer los labios. La mayoría del
tiempo no podía entender lo que Zacarías
trataba de decir. Él también se sentía
frustrado. La forma más fácil de
comunicarse era escribiendomensajes,
pero era muy lento. «Pronto terminará todo
esto—pensaba Elisabet—. El ángel dijo
que no hablaría hasta que el niño naciera.
Estoy segura de que será en cualquier
momento, uno de estos días».
Así sucedió. Justamente como el ángel
dijo, Elisabet dio a luz un hijo varón. Su
alumbramiento fue fácil; el niño era fuerte y
saludable; los vecinos se enteraron y
vinieron a felicitarlos y a compartir su
alegría. Zacarías estaba mudo todavía.
Pasaron uno, dos, tres días y Zacarías
todavía no podía hablar. Seis, siete y ocho, el
día de la circuncisión del niño, según las
leyes judías. Ese día debían ponerle nombre.
Nuevamente se reunieron los amigos y
vecinos. Aquella era una feliz y alegre
ocasión. Los vecinos se reunieron y
conversaron, mayormente sobre el niño y
su padre.
Alguien preguntó:
—¿Cómo lo van a llamar?
—Yo creo que se llamará Zacarías como
su padre—contestó otro.
—Quizá le pondrán el nombre de su
abuelo—comentó alguien—. Siempre se
le pone al niño el nombre de alguien de la
familia.
—Elisabet, ¿qué nombre le pondrás al
niño? ¿Se llamará Zacarías?
—No—dijo Elisabet con firmeza.
No había señales de duda en su
respuesta. Ella y Zacarías habían aprendido
su lección por dudar acerca de lo que dicen
los ángeles, y el ángel les había dicho cuál
sería el nombre del niño.
—El niño se llamará Juan—dijo con
seguridad.
Después de esta declaración hubo
silencio. Todos los rostros reflejaban la
misma pregunta.
Finalmente alguien habló:
—¿Juan? ¿Por qué Juan? No hay nadie
en la familia que se llame Juan.
—¿Estás segura, Elisabet? ¿Estás segura
de que no le vas a poner Zacarías como su
padre?
—Zacarías es un nombre muy bonito.
Elisabet no sabe lo que dice, que alguien le
pregunte a Zacarías cómo quiere que se
llame el niño.
Zacarías estaba sentado en silencio, sin
advertir la conmoción que había a su
alrededor. Alguien lo tocó en el hombro
para llamar su atención. Comenzaron a usar
la mímica y los ojos de Zacarías brillaron en
señal de entendimiento. ¿Dónde está su
tabla de escribir?
Los vecinos se reunieron alrededor y
observaronmientras colocaban la tabla en
sus manos. Zacarías tomó el instrumento
de escritura y comenzó a formar las
palabras. Su... nombre... es... Juan.
¡Y de repente Zacarías pudo hablar!
Después de nueve meses de silencio las
palabras brotaban de su boca en un
torrente de emoción.
—Bendito sea el Señor, Dios de Israel
—exclamó Zacarías—. Porque ha venido a
redimir a su pueblo. Nos envió un poderoso
Salvador [...] para mostrar misericordia a
nuestros padres al acordarse de su santo
pacto [...]. Nos concedió que fuéramos
libres del temor, al rescatarnos del poder de
nuestros enemigos.
Los ojos de Zacarías brillaban. Su rostro
estaba iluminado por la presencia del
Espíritu Santo. Entonces tomó a Juan en sus
brazos y lomiró con ternura. Obviamente
tenía algomás que decir.
—Y tú, hijitomío, serás llamado profeta
del Altísimo, porque irás delante del Señor
para prepararle el camino. Darás a conocer
a su pueblo la salvaciónmediante el
perdón de sus pecados.
—Así nos visitará desde el cielo el sol
naciente, para dar luz a los que viven en
tinieblas, en la más terrible oscuridad, para
guiar nuestros pasos por la senda de la paz.
Zacarías besó la frente del niño. Ya
habían llegado a su fin los largosmeses de
silencio, las largas horas demeditación y
reflexión. Pero ahora Zacarías estaba seguro
de algo: Dios siempre se ha interesado en la
salvación de su pueblo. Había preparado
con amor un gran plan para que esto fuera
posible. El nacimiento de este niño era parte
de ese plan y su cumplimiento se acercaba.
No había duda de eso.
Parte del plan de Dios