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¿Has sido engañado alguna vez? ¿Cómo te sentiste? ¿Tonto,

enojado? En nuestra historia de hoy un rey fue engañado para

hacerle daño a su mejor amigo. Pero Daniel no estaba

preocupado. Confió en Dios y Dios no lo defraudó.

D

aniel era un anciano. Muchas cosas habían acontecido desde que salió de

su hogar en Jerusalén cuando era adolescente. Desde el principio

prometió confiar en Dios y nunca lo defraudó. Dios había protegido a Daniel y

a sus tres amigos. Pero ahora las cosas habían cambiado nuevamente.

El nieto de Nabucodonosor no era tan sabio como Nabucodonosor y

había perdido el imperio. Ahora Darío era el rey. Darío colocó a Daniel a cargo

del gobierno. Se habían convertido en buenos amigos y de vez en cuando el

rey Darío y Daniel hablaban acerca de Dios.

No todos estaban contentos con esta relación. Algunos de los antiguos

gobernantes creían que ellos debían tener ese cargo. Vigilaban a Daniel muy

de cerca para encontrar algo en su contra. Pero lo único que podían encontrar

contra Daniel era la lealtad a su Dios.

Hablaron acerca de esto, tramaron y planearon y finalmente encontraron

una idea perfecta y se presentaron ante el rey.

—Rey Darío, sabemos que eres un gran rey. Porque eres muy grande

pensamos que es justo que todos tus súbditos te adoren a ti y solamente a ti

por el período de un mes.

—Bueno... no sé —dijo el rey.

—No habría una mejor manera de mostrar respeto y lealtad que postrarse

ante ti y solamente ante ti por un mes. Y el que no lo haga, pensamos que

debe ser arrojado en el foso de los leones —replicó el oficial.

El rey comenzó a pensar. Esta era una propuesta halagadora. Firmó su

nombre con una ceremonia fuera de lo común. Los oficiales tropezaban unos

con otros al salir de la habitación real, apenas podían contener su alegría.

Daniel leyó el decreto y suspiró. Sabía que era una trampa, pero no

titubeó. Fue a su casa, abrió las ventanas y se arrodilló mirando hacia

Jerusalén para orar. Siempre oraba en aquel mismo lugar, tres veces al día.

No dejaría de hacerlo ahora. Pidió a Dios que le diera valor y sabiduría y le

agradeció por su protección.

 HAZ 

la actividad

que aparece en la

página 74.

 APRENDE 

Comienza a

memorizar el texto

clave.

Sábado

versículo

para

memorizar

«Cuando tengo miedo, confío en ti. Confío en Dios y alabo

su palabra; confío en Dios y no tengo miedo. ¿Qué me puede

hacer el hombre?» (Salmo 56: 3, 4).

Adoramos a Dios

cuando confiamos

en su cuidado.

m

e

n

s

a

j

e