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35

 HAZ 

la actividad

que aparece en la

página 33.

 APRENDE 

Comienza a

memorizar el texto

clave.

Sábado

¿Has estado alguna vez en una reunión muy grande en

medio de cientos de personas que se han congregado

para participar en un evento especial? Sucedió algo

parecido cuando Salomón convocó al pueblo de Israel

para dedicar el nuevo templo.

E

l rey Salomón estaba de pie frente al magnífico templo que había

construido para Dios. Aquel templo era mucho más grande y

majestuoso que la tienda del tabernáculo edificada por Moisés

cuando conducía al pueblo por el desierto.

Habían transcurrido siete años desde que Salomón había dado la

orden de comenzar el trabajo de aquel templo. Finalmente había

llegado el día oficial de la dedicación. El pueblo de Israel se había

reunido con mucha curiosidad. Dirigentes y reyes de otras naciones

también estaban presentes, esperando conocer más del famoso rey

Salomón y de su Dios.

El séptimo mes era siempre el más adecuado para las

celebraciones. La cosecha había terminado y la época de la nueva

siembra no había comenzado aún. Era el tiempo de la Fiesta de los

Tabernáculos, siete días apartados para agradecer a Dios por la

cosecha. Ahora, la gente también celebraría la misericordia de Dios

dedicándole sus vidas así como el nuevo templo.

De pronto, apareció la comitiva. El arca del pacto, tallada por

Bezalel para el santuario original, estaba siendo trasladada para

ocupar su lugar en el nuevo templo. Cada seis pasos los sacerdotes

paraban y ofrecían sacrificios a Dios.

Finalmente los sacerdotes y cantores tomaron sus posiciones. Los

levitas se vistieron de lino blanco y llevaban címbalos y arpas, 120

sacerdotes tocaban las trompetas.

Repentinamente la nube que representaba la presencia de Dios

llenó el Templo. El rey Salomón se arrodilló sobre la plataforma de

poco menos de dos metros de altura que había preparado

versículo

para

memorizar

«Señor, Dios de Israel: ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios

como tú, que cumples tu alianza y muestras tu bondad para

con los que te sirven de todo corazón» (1 Reyes 8: 23).

Honramos a Dios

cuando oramos

por los demás.

m

e

n

s

a

j

e