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HAZ
la actividad
que aparece en la
página 33.
APRENDE
Comienza a
memorizar el texto
clave.
Sábado
¿Has estado alguna vez en una reunión muy grande en
medio de cientos de personas que se han congregado
para participar en un evento especial? Sucedió algo
parecido cuando Salomón convocó al pueblo de Israel
para dedicar el nuevo templo.
E
l rey Salomón estaba de pie frente al magnífico templo que había
construido para Dios. Aquel templo era mucho más grande y
majestuoso que la tienda del tabernáculo edificada por Moisés
cuando conducía al pueblo por el desierto.
Habían transcurrido siete años desde que Salomón había dado la
orden de comenzar el trabajo de aquel templo. Finalmente había
llegado el día oficial de la dedicación. El pueblo de Israel se había
reunido con mucha curiosidad. Dirigentes y reyes de otras naciones
también estaban presentes, esperando conocer más del famoso rey
Salomón y de su Dios.
El séptimo mes era siempre el más adecuado para las
celebraciones. La cosecha había terminado y la época de la nueva
siembra no había comenzado aún. Era el tiempo de la Fiesta de los
Tabernáculos, siete días apartados para agradecer a Dios por la
cosecha. Ahora, la gente también celebraría la misericordia de Dios
dedicándole sus vidas así como el nuevo templo.
De pronto, apareció la comitiva. El arca del pacto, tallada por
Bezalel para el santuario original, estaba siendo trasladada para
ocupar su lugar en el nuevo templo. Cada seis pasos los sacerdotes
paraban y ofrecían sacrificios a Dios.
Finalmente los sacerdotes y cantores tomaron sus posiciones. Los
levitas se vistieron de lino blanco y llevaban címbalos y arpas, 120
sacerdotes tocaban las trompetas.
Repentinamente la nube que representaba la presencia de Dios
llenó el Templo. El rey Salomón se arrodilló sobre la plataforma de
poco menos de dos metros de altura que había preparado
versículo
para
memorizar
«Señor, Dios de Israel: ni en el cielo ni en la tierra hay un Dios
como tú, que cumples tu alianza y muestras tu bondad para
con los que te sirven de todo corazón» (1 Reyes 8: 23).
Honramos a Dios
cuando oramos
por los demás.
m
e
n
s
a
j
e