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a
SEMANA
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inTerpreta
Los enemigos nunca faltan
P
arece increíble, pero la obra se completó en cincuenta y dos días… ¡Menos de
dos meses! (ver Neh. 6: 15). Incluso, de acuerdo con los estándares actuales, sería
sorprendente reconstruir una muralla alrededor de Jerusalén en tan poco tiempo,
y empleando una reducida cantidad de personal y de medios. «Nuestros enemi-
gos y todas las naciones que había a nuestro alrededor tuvieron mucho miedo y
se vino abajo su orgullo, porque comprendieron que esta obra se había llevado a
cabo con la ayuda de nuestro Dios» (Neh. 6: 16).
Durante casi seis capítulos, Sambalat y su coalición le habían causado innu-
merables problemas a Nehemías; pero finalmente reconocen que habían ido en
contra de la obra de Dios. Cuando el líder se llena de entusiasmo, se concentra y
se compromete en la misión, el pueblo se contagia de ese entusiasmo, y lo lleva
a actuar de manera eficiente y efectiva, haciendo que los que se hallan a su alre-
dedor se maravillen de la gloria y del poder de Dios.
Nos gustaría que la historia hubiera tenido un final feliz, pero no. A pesar de
que la muralla estaba de nuevo en pie, y de que se había aceptado que había sido
obra de Dios mismo, los intentos de desacreditar la reputación de Nehemías si-
guieron en aumento. Tobías se centró tanto en ese objetivo como lo estaba Ne-
hemías en el suyo. Tobías se había casado con una joven de la familia de Secanías,
mientras que su hijo lo hizo con una joven de la familia de Mesulam. Las dos eran
familias judías prominentes, y los conspiradores se aprovecharon de ello para
relacionarse con los demás nobles de Judá publicando las supuestas buenas ac-
ciones de Tobías, así como algunas declaraciones de Nehemías.
Los esfuerzos del enemigo no cesan. No se puede decir «misión cumplida»
aunque hayamos completado una tarea. Pero sí podemos sentirnos gozosos en el
cumplimiento de la misión si sabemos que estamos haciendo la voluntad de Dios.
Después de haber construido el arca, y de haber superado la tremenda prueba
del diluvio, Noé bajó la guardia y se emborrachó; después de haber llamado a
Israel al arrepentimiento y de haber superado la espectacular prueba del Monte
Carmelo, Elías se deprimió y salió huyendo de Acab y de Jezabel. Nehemías, sin
embargo, a pesar de todo continuó actuando con firmeza y en permanente alerta
frente a sus enemigos, aun después de haber reconstruido los muros de Jerusalén
y de haber sufrido el constante asedio de sus opositores.
Hay dos tipos de líderes. Uno es el que está comprometido y centrado en la
misión: no será fácilmente intimidado y será proactivo; el otro es reactivo, chis-
moso, comprometedor, engañoso, amargo, oportunista y vengativo. La oposición
de enemigos y «amigos» siempre afectará a la obra de Dios, pero en todo mo-
mento debemos confiar en el poder del Señor, incluso en medio del peligro o de
la muerte… que tampoco es el fracaso. El fracaso se producirá si abandonamos
nuestro divino llamamiento.
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