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convocado para encontrarse con el rey
Salomón. La reina observaba todo lo que
la rodeaba.
Hasta la sala de espera es
elegante,
pensó.
—¡Su alteza real, la reina de Sabá!
—anunció el cortesano, mientras la reina
atravesaba las puertas de un inmenso
salón de banquetes.
Todo era más hermoso de lo que ella
había imaginado. Las cortinas parecían
como de oro. Los muebles estaban
hechos con las maderas más finas
y embellecidos con oro.
Incontables candiles
titilaban por todo el
salón. El olor a flores
recién cortadas y
los manjares