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a

SEMANA

3

inTerpreta

La capacidad de olvidar

P

rueba a leer el capítulo 9 un par de veces más. Del mismo modo que moverte

por primera vez por una zona desconocida puede resultar desconcertante, si lee-

mos más veces un texto, más familiarizados nos sentiremos respecto al contexto

literario y al sociocultural, y mejor podremos captar su mensaje y aplicar sus en-

señanzas.

Con cada lectura, nos podemos fijar en algún nuevo aspecto y en algún nuevo

principio subyacente. Los detalles que al principio parecían insignificantes puede

que ahora los valoremos de modo diferente. Las partes que nos resultaban oscu-

ras, de pronto se aclaran. La repetición mejora la fijación y ayuda a la aplicación

personal.

En la sección anterior, se observa la bondad de Dios al trazar la historia de los

israelitas. Otro patrón obvio de repetición es el uso de adverbios para establecer

contrastes y que se emplean para conectar el primer pensamiento con una segun-

da idea, aunque en la forma de un contrapunto al elemento previo. En muchos

sentidos, hay textos que se leen como si fueran una canción con secciones inter-

puestas.

• «Les diste además pan del cielo […] y agua de la roca. […] Luego […]» (Neh. 9: 15).

• «Pero ellos y nuestros antepasados fueron orgullosos y testarudos, y no hicieron

[…]» (vers. 16).

• «Aun cuando se hicieron un becerro de metal fundido […]» (vers. 18).

• «Tú, por tu gran compasión, no los abandonaste en el desierto […]» (vers. 19).

• «Comieron hasta quedar satisfechos, engordaron y disfrutaron. […] Pero fueron

desobedientes, se rebelaron contra ti […]» (vers. 25-26).

Luego encontramos la frase concluyente de la plegaria en el versículo 33:

«Pues tú has actuado con fidelidad, en tanto que nosotros hemos hecho lo malo».

Una cosa es decir que Dios es bueno y que nosotros somos malos; pero otra cosa

es recordar la bondad divina en cada caso, y el fracaso de los seres humanos ahí

mismo. Mientras que la bondad de Dios garantiza el futuro, es desconcertante el

fracaso y la desobediencia de los israelitas.

¿Por qué fracasaron?

Porque se olvidaron de la bondad de Dios.

El olvido puede tener graves consecuencias. El que estamos viendo, desde

luego que no es un caso único, sino un patrón de conducta muy repetido: Dar por

sentado la bondad del Señor, y a la vez no tomárnosla en serio. El olvido tiene

paralelismos con la presunción, la gracia barata y con un falso sentido de fideli-

dad. El ejercicio de aquella oración de recuerdos históricos puso de relieve una

gran realidad espiritual.

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