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Nuevo Horizonte

abril-junio

1 de junio de 2019

E

se sábado, alrededor de las tres y media

de la tarde, Pedro y Andrés se fueron

como de costumbre a realizar la obra misio-

nera con la revista

Prioridades

a uno de los

vecindarios de su ciudad. Después de haber

visitado varios hogares, llegaron a una casa

donde vivía una señora que tenía un yeso

en una pierna debido a un accidente. Lla-

maron a la puerta con insistencia y escu-

charon una débil voz que los invitó a

entrar.

Se sintieron algo incómodos al entrar a

la casa: estaba muy desordenada y había

muchos platos sucios acumulados desde el

día del accidente. Al encontrarse con aque-

lla situación, los jóvenes le manifestaron

algunas palabras de compasión a la señora

y se ofrecieron a ayudarla.

Sin demora, Pedro llamó a su esposa

Jeanne y le contó la situación. Ella se acercó

a la casa de la señora y comenzó a traba-

jar esa misma tarde de sábado limpiando

la casa mientras los asombrados ojos de la

señora la seguían por doquier. Jeanne se

llevó la ropa sucia, la lavó y la planchó,

y se la devolvió el domingo en la mañana.

La mujer luego mencionó algo que sorpren-

dió mucho a Jeanne: «Había oído hablar de

los adventistas, pero ahora puedo decir que

los conozco».

Ese mismo día, tomó la decisión de ir a

la iglesia con ellos apenas pudiera volver

a caminar.

El profeta Isaías insta a «que compartas

tu pan con el hambriento [...] y que no te

escondas de tu hermano» (Isa. 58: 7). Aho-

ra, ¿qué es la religión pura? Cristo nos dijo

que la religión pura es mostrar compasión,

piedad y amor en el hogar, en la iglesia

y en el mundo (ver Sant. 1: 27). Elena G.

de White escribió: «Hemos de pensar y

cuidar de los demás que necesitan nuestro

amor, ternura y cuidado» (

Reflejemos a Je-

sús

, p. 239).

Si tenemos pasión por las almas no

podemos ser indiferentes ante las necesida-

des y sufrimientos que nos rodean. Hay

familias y niños que necesitan alimentos,

personas pobres que no tienen una cama o

ropa adecuada. Los gritos de los desafortu-

nados llegan hasta el cielo y el Señor ve su

angustia y los escucha.

Tomemos la decisión de ponernos en

las manos de Dios para que él nos use como

sus instrumentos. Si lo hacemos, tendre-

mos una oportunidad favorable para anun-

ciar el amor del Cristo crucificado a muchas

personas.

Jean Tolassy,

Director de Ministerios

Personales y Escuela Sabática

Asociación de Guadalupe,

Unión de las Antillas y Guayana Francesa

EVANGELISMO

La religión pura