MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS
DIVISIÓN SUDAMERICANA
5
Perú
6 de abril
L
os
adventistas
nos
dieron
las
B
iblias
Alejandro comenzó a estudiar el primer grado cuando tenía 18 años.
Tal vez muchos piensen que comenzó la escuela demasiado tarde, pero todos en el
pueblo de Ccaccaccollo comenzaban a cursar el primer grado a esa edad en el año 1980. Para
ese entonces, los aldeanos pensaban que era más importante que sus hijos aprendieran a
trabajar en las granjas, que ir a la escuela.
Cierto día, un compañero de clases llevó un radio a la escuela. Alejandro escuchó con
atención un programa religioso sobre los días finales del mundo y, aunque se asustó mucho,
quedó interesado por saber más del tema.
Su deseo se cumplió poco después, cuando los productores del programa radial
organizaron reuniones nocturnas en el gimnasio de la escuela. Mientras escuchaba al
predicador hablar sobre el pronto regreso de Jesús, su corazón saltaba de alegría.
Como muchos de los aldeanos asistían y disfrutaban de las reuniones, los organizadores del
programa decidieron abrir una iglesia en la localidad. Alejandro y sus amigos resolvieron asistir a
los servicios de adoración los domingos, luego de terminar sus responsabilidades agrícolas.
Los cuatro líderes de la iglesia notaron en los aldeanos un interés espiritual sincero, por lo
que se propusieron conseguir Biblias para todos. En cuanto les fue posible, hicieron un viaje
de una hora en autobús hasta Cusco, la ciudad más cercana. Recorrieron toda la ciudad en
busca de Biblias, pero no encontraron ninguna.
Una mañana, mientras caminaban por una de las calles adoquinadas de Cusco, sintiéndose
ya un poco frustrados y desesperanzados, notaron que varias personas ingresaban a un edificio
y llevaban Biblias en sus manos. Pensando que el edificio podría ser una distribuidora de Biblias,
decidieron entrar. En realidad, se trataba de una Iglesia Adventista.
Los líderes se quedaron a disfrutar del programa de Escuela Sabática y del servicio de
adoración. Los hermanos los invitaron a almorzar y luego, en horas de la tarde, a estudiar la
Biblia con otros miembros de la iglesia. Los hombres se maravillaron por las enseñanzas que
aprendían. En una oportunidad, se miraron entre ellos y comentaron: «Solo sabíamos la
mitad del mensaje sobre el tiempo del fin, pero estas personas conocen la historia completa».
El Espíritu Santo los persuadió a aceptar de inmediato el mensaje adventista. Muy
entusiasmados, solicitaron la ayuda del pastor para explicar las verdades bíblicas a los
miembros de la aldea. Al día siguiente, dos miembros de la congregación los acompañaron
para predicar en su iglesia.
Ese domingo, Alejandro no pudo ir al servicio de adoración porque estaba trabajando en
la granja, pero sus amigos le dijeron que no se molestara en ir a la iglesia el próximo
domingo. Le explicaron que ahora eran adventistas del séptimo día y que a partir de la
próxima semana los servicios de adoración serían los sábados.
Alejandro asistió el siguiente sábado para enterarse de lo que había sucedido. Le gustaron
mucho las nuevas verdades que escuchó sobre las instrucciones dadas por Dios de guardar el
día sábado como día de reposo establecido desde la creación del mundo. Inmediatamente,
decidió aceptar la fe adventista.
A los 19 años, Alejandro se vio en la obligación de abandonar la escuela para trabajar a
tiempo completo en la granja. Sin embargo, desde que conoció el evangelio no ha cesado de
contar a todos que Jesús vendrá pronto.
Su amor por Jesús ha rendido frutos extraordinarios. Siendo un hombre sencillo, de baja
estatura y educación limitada, ha plantado seis iglesias en los últimos treinta años y más de
ochocientas almas han sido bautizadas gracias a su influencia. Plantó la primera iglesia en el
año 1985, poco después de su bautismo, y desde entonces cada tres o cinco años logra
plantar una nueva iglesia. A veces camina hasta cinco horas para llegar a una de sus iglesias.