María, mejor conocida por sus amigos como Marita,
se bautizó en Brasil cuando tenía 12 años.
Pero, durante su juventud, los ideales del marxismo
reemplazaron los ideales de Cristo en su vida y dejó la
iglesia. Transcurrieron 38 años antes de que pudiera dejar
de lado su fe en el marxismo para convertirse en un
instrumento potente para Dios en su comunidad.
María fue instruida en los caminos de Dios por su madre
adventista. Cuando era adolescente, trabajó como maestra de
Escuela Sabática y directora de jóvenes en su iglesia. Pero
cuando cumplió 22 años se desanimó y dejó de asistir,
debido a que un líder de su congregación realizó un comentario que la ofendió. Su determinación
de no regresar se afianzó cuando ningún miembro de la iglesia se acercó a tratar de rescatarla.
Se sumergió entonces en sus estudios de sociología y abrazó las enseñanzas sobre derechos
humanos del filósofo y sociólogo alemán Karl Marx.
Transcurrieron veinticinco años. Se casó, tuvo un hijo y quedó viuda joven. Se mudó a
Montreal, Canadá, para realizar estudios de posdoctorado en la Universidad de Quebec.
Mientras estaba allí, recibió la visita sorpresa del pastor brasileño Luis Santana y su esposa
Leoni. El pastor había asistido a una boda en Estados Unidos y se detuvo en Montreal durante
ocho días para ver a María antes de volar a casa. Ambos habían asistido a la misma Iglesia
Adventista cuando eran jóvenes.
El pastor Luis y su esposa la visitaron todos los días. Le hablaron de la Biblia, del amor de
Jesús por ella, y la invitaron a regresar a los brazos de Cristo.
María los escuchó educadamente, pero no se conmovió.
Dos años después, regresó a Brasil para trabajar como profesora en una universidad. La
esposa del pastor Luis la estuvo contactando semanalmente durante tres años, para invitarla a
asistir a los estudios bíblicos, pero ella siempre encontraba una excusa para no ir.
Un día, mientras se preparaba para una clase, se dio cuenta de que Marx escribió su primer
manuscrito en 1844. Recordó que su madre le había dicho que el movimiento adventista
comenzó en 1844. Se preguntó si el diablo habría introducido el marxismo para contrarrestar el
mensaje adventista. Al comparar el marxismo con el adventismo, notó que Marx enseñaba que
la humanidad podía cambiar el mundo por su propio poder, mientras que los adventistas creían
que solo Cristo podía cambiarlo.
Poco después, María afirmó en su clase de sociología de posgrado: «Ahora creo que Jesús
fue un gran líder revolucionario, pero no puedo creer que fuera el Hijo de Dios».
Por lo general, ella dormía bien en las noches, pero después de esa clase no logró conciliar el
sueño.
Al día siguiente, una estudiante de su clase llamada Dinalva, se le acercó.
—Profesora, ayer comentó en la clase que no cree que Cristo sea el Hijo de Dios —le dijo
Dinalva llorando—. No pude dormir en toda la noche. Sentía que Dios quería que le dijera que
usted no estaba hablando desde su corazón. En realidad, no quiere admitir que cree en Jesús
porque es marxista.
María enmudeció. No sabía qué decir. Finalmente respondió:
—Gracias por decirme eso.
Unas dos semanas después, mientras almorzaba en un café, escuchó al coro de una iglesia
dominical cercana ensayando «Maravilhosa graça» [Maravillosa gracia], un himno que ella
MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS
DIVISIÓN SUDAMERICANA
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Brasil
15 de junio
D
e marxista
a
adventista
María Palmeira