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MISIÓN ADVENTISTA: JÓVENES Y ADULTOS

DIVISIÓN SUDAMERICANA

23

Brasil

8 de junio

L

a

rápida

respuesta

a

dos

oraciones

Gilberto nunca había sentido ningún interés por unirse a una iglesia, así que no podía

entender por qué de repente le estaba sobreviniendo un fuerte deseo de leer la Biblia.

Incapaz de resistir el impulso, este gerente jubilado de la banca brasileña comenzó a estudiar

la Biblia por sí mismo.

A medida que leía se asombraba. Sin embargo, algunas partes de la Biblia lo dejaban

confundido. Reflexionaba ansiosamente sobre el significado de esas porciones y deseaba que

alguien pudiera explicárselas.

En la víspera de Año Nuevo, decidió omitir la tradición familiar de ir a una fiesta y ver

fuegos artificiales desde la calle donde vivía en Salvador, una ciudad brasileña costera de cuatro

millones de habitantes.

«Vayan a disfrutar de los fuegos artificiales sin mí —le dijo a su esposa y a sus tres hijos

adolescentes—. No iré con ustedes esta vez».

Gilberto tenía otro plan. Esta vez quería orar.

Luego de que su familia salió de la casa, rogó fervientemente a Dios que le enseñara la Biblia

y le mostrara la verdadera iglesia.

«Dios respondió esa oración más rápido que cualquier otra oración en mi vida», nos contó

después.

Sin saberlo, Gilberto había orado en sábado, pues el 31 de diciembre de ese año cayó en ese día.

El siguiente lunes, primer día laboral del año, recibió una llamada telefónica del banco donde

había trabajado. El gerente quería verlo para firmar un contrato relacionado con unas

inversiones.

En el banco Gilberto vio a Álvaro, un antiguo compañero de trabajo, que estaba sentado

cerca del escritorio del gerente. Recordó que él era cristiano, así que se le acercó después de

firmar el contrato.

—Álvaro, ¿sabes dónde puedo estudiar la Biblia? —le preguntó—. No me presentes un

pastor. No trates de convertirme. Solo quiero estudiar la Biblia.

Álvaro era adventista del séptimo día, pero Gilberto no lo sabía.

—Puedes estudiar la Biblia en Cabula —respondió Álvaro, refiriéndose al distrito de la

ciudad donde se encontraba la Iglesia Adventista a la que él asistía.

—Eso está muy lejos —dijo Gilberto—. El tráfico es terrible.

—Conozco muy bien el lugar —dijo Álvaro. Allí las personas simplemente estudian la

Biblia. No es una iglesia.

Al día siguiente, Álvaro llevó a Gilberto a la congregación: «Compartiendo de Jesús», donde

los asistentes se reúnen en pequeños grupos para cantar y estudiar la Biblia. Gilberto, se sentía

incómodo de pensar en presentarse en un lugar donde no conocía a nadie, así que le pidió a

Regina, una amiga de la familia, que lo acompañara, porque su esposa se negó a ir.

Quedó fascinado con el estudio de la Biblia y le pidió a Regina que lo acompañara

nuevamente a la próxima reunión.

«Está bien, iré contigo —le dijo ella—. Pero no me uniré a ese grupo».

Regina acompañaba a Gilberto a todas las reuniones y, a menudo, llevaba un traje de baño

debajo de la ropa para poder nadar en la playa después.

Gilberto se bautizó a fines de año, el 31 de diciembre de 2006. Regina lo hizo el año

siguiente.