Miercoles 8 de mayo
DIOS DICE. . .
Hebreos 10: 23-25
«Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos,
porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho. Busquemos la manera de
ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No dejemos de
asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a
otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca».
Lucas 10: 1, 2
«Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los mandó
de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo: “Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos.
Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a
recogerla”».
Romanos 12: 3-5
«Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que
ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno
piense de sí con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la
fe. Porque así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos
los miembros sirven para lo mismo, así también nosotros, aunque somos
muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros
como miembros de un mismo cuerpo».
1 Corintios 12: 12-20
«El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo
cuerpo. Así también Cristo. Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no
judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por
medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.
Un cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera:
“Como no soy mano, no soy del cuerpo”, no por eso dejaría de ser del cuerpo. Y
si la oreja dijera: “Como no soy ojo, no soy del cuerpo”, no por eso dejaría de ser
del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, no podríamos oír. Y si todo el cuerpo
fuera oído, no podríamos oler. Pero Dios ha puesto cada miembro del cuerpo en
el sitio que mejor le pareció. Si todo fuera un solo miembro, no habría cuerpo. Lo
cierto es que, aunque son muchos los miembros, el cuerpo solo es uno».
1 Corintios 12: 27-30
«Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un
miembro con su función particular. Dios ha querido que en la iglesia haya, en
primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros;
luego personas que hacen milagros, y otras que curan enfermos, o que ayudan,
o que dirigen, o que hablan en lenguas. No todos son apóstoles, ni todos son
profetas. No todos son maestros, ni todos hacen milagros, ni todos tienen poder
para curar enfermos. Tampoco todos hablan en lenguas, ni todos saben
interpretarlas».
Efesios 4: 14-16
«Ya no seremos como niños, que cambian fácilmente de parecer y que son
arrastrados por el viento de cualquier nueva enseñanza hasta dejarse engañar
por gente astuta que anda por caminos equivocados. Más bien, profesando la
verdad en el amor, debemos crecer en todo hacia Cristo, que es la cabeza del
cuerpo. Y por Cristo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien mediante la unión
entre sí de todas sus partes; y cuando cada parte funciona bien, todo va
creciendo y edificándose en amor».
Efesios 2: 19-22
«Por eso, ustedes ya no son extranjeros, ya no están fuera de su tierra, sino que
ahora comparten con el pueblo santo los mismos derechos, y son miembros de
la familia de Dios. Ustedes son como un edificio levantado sobre los
fundamentos que son los apóstoles y los profetas, y Jesucristo mismo es la
piedra principal. En Cristo, todo el edificio va levantándose en todas y cada una
de sus partes, hasta llegar a ser, en el Señor, un templo santo. En él también
ustedes se unen todos entre sí para llegar a ser un templo en el cual Dios vive
por medio de su Espíritu».
Martes 7 de mayo
¿Y ENTONCES?
Mientras un grupo de personas construía una iglesia en Sarawak se hizo
evidente cuán necesarias eran cada una de las partes para que el proyecto
avanzara. Los madrugadores, por ejemplo, traían bolsas de cemento para
preparar la mezcla antes del desayuno. A medida que se unían más personas al
proyecto, el trabajo fue avanzando con mayor rapidez. Se instalaron las
ventanas, se cortaron vigas de madera y se distribuyó agua entre los obreros
sedientos. Algunos eran enérgicos, otros diestros, y otros planificaban lo que
tendría que hacerse más adelante. Los de mayor edad y con más experiencia
daban sabios consejos a los más jóvenes. Los jóvenes de corazón se inspiraban
en la dedicación que mostraban los jóvenes en edad. La misión fue un éxito
porque todos pusieron su granito de arena. Nadie podía atribuirse el éxito, y
nadie albergaba la idea de que habría podido hacerse de otra manera. Lo
mismo sucede con nuestra iglesia.
No ha de extrañarnos que cuando Jesús dijo «Ustedes son la sal de este
mundo» y «Ustedes son la luz de este mundo» lo haya hecho en plural. En otras
palabras dijo: «Cuando ustedes se unen, a pesar de sus diferencias; reciben un
poder mayor que el de cualquier persona, por muy poderosa que esta sea».
Si repasamos los versículos mencionados en esta lección, descubriremos que
todos nos necesitamos mutuamente como el cuerpo necesita de las manos,
los pies o los ojos. Tal vez este sea uno de los mayores obstáculos que la
iglesia necesita vencer. El trabajo misionero colectivo es la representación
de la iglesia en su máxima expresión. No pensemos que es una tarea fácil,
pero ciertamente vale la pena. Cuando aceptemos esta verdad como iglesia
lograremos cosas que jamás creímos que podríamos lograr. Las posibilidades
son infinitas.
Jueves 9 de mayo
¿QUÉ TIENE QUE VER CONMIGO?
Al leer las cartas de Pablo es imposible no darnos cuenta de su inclinación por el trabajo en
grupo. Él, que es toda una autoridad, destaca en sus cartas los nombres de otras personas
que también hacen la obra de Dios, y esto es algo que aprendió de Dios mismo. Si alguna
vez nos hemos preguntado si a Dios le importan las pequeñas cosas que hacemos, es
preciso que recordemos la promesa que dice: «Estoy seguro de que Dios, que comenzó a
hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo
regrese» (Filipenses 1: 6). Lo asombroso de todo esto es la forma en que Dios ve tanto
nuestras fortalezas como nuestras debilidades y sigue sosteniendo que, en nuestra
experiencia, lo mejor está aún por llegar. No perdamos las oportunidades que se nos
presentan de unirnos a la multitud de creyentes que trabajan en función de los objetivos
del cielo. A veces nos sentiremos como una pequeña oveja dentro de un inmenso rebaño,
pero podemos estar seguros de que el Pastor nos conoce por nombre.
LOS CREYENTES Y LA MISIÓN /
Para el sábado 11 de mayo de 2019
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
Viernes 10 de mayo
¿CÓMO FUNCIONA?
El último capítulo:
Pongámonos en los zapatos de Pablo y redactemos un
capítulo que trate de nuestra iglesia. Leamos primero Romanos 16 para
tener una idea de lo que Pablo estaba haciendo. Si podemos, procuremos
expresarnos como lo hacía Pablo. Nombremos a familias, pastores,
maestros y ancianos para describir la obra que se está realizando en nuestra
región. Pablo los saludaba cordialmente, y reconocía sus dones y sacrificios.
Escribamos nuestra carta en el espacio provisto o en una hoja de papel: