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a
SEMANA
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inTerpreta
El sábado y el matrimonio
L
a narración continúa con la constatación que hace Nehemías de que se está
violando el sábado. Aquí encontramos apoyo para el principio de que no se debe
vender ni comprar en el día del Señor. Las actividades comerciales se estaban
realizando en el séptimo día, en el que el Señor ordenó que no se llevara a cabo
ninguna labor (ver Neh. 13: 15-18). Nehemías invocó a sus antepasados, como lo
hizo en la oración del repaso histórico en el capítulo 9, donde viene a decir: «Esto
es precisamente lo que hicieron sus antepasados, y por eso nuestro Dios trajo
tantas desgracias sobre nosotros y sobre esta ciudad». Aunque Nehemías ordenó
que se cerraran las puertas, los mercaderes esperaban con sus carros llenos de
productos alimentarios fuera de la muralla. Al ver su intención, amenazó con
encarcelarlos (vers. 21). Por supuesto, ¡no porque esté registrada en las Escrituras
esta amenaza, podemos sentirnos nosotros con el derecho hoy de amenazar a
nadie con meterlo en la cárcel!
Como era de esperar, el último aspecto de la reforma por la que luchó Nehe-
mías fue el asunto del matrimonio. Al ver que se estaban uniendo en matrimonio
con los pueblos de la antigua coalición enemiga (Asdod y Amón), le preocupaba
que la nueva generación no pudiera leer hebreo. Nehemías consideraba que no
entender hebreo afectaría la comprensión de las Escrituras hebreas, lo que a su
vez evitaría que ocurrieran los reavivamientos descritos en el capítulo 8. Así que
a «algunos de ellos los golpeé y les arranqué el pelo» (v. 25), invocando la historia
de Salomón y sus múltiples esposas extranjeras. Por supuesto, ¡no porque esté
registrado en las Escrituras, podemos tomarlo como excusa hoy para golpear ni
arrancarle el pelo a nadie!
En los dos relatos de la creación del Génesis, el primero de ellos llega a su
clímax al mencionar el don del sábado (ver Gén. 1–2: 4), mientras que el segundo
relato introduce el don del matrimonio (ver Gén. 2: 5-25).
«Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas para la gloria de Dios en be-
neficio de la humanidad: el matrimonio y el sábado» (Elena G. de White,
El hogar cristiano
,
cap. 56, p. 328).
Una de ellas representaba la plataforma donde la humanidad y la divinidad
podían coexistir en determinado momento, mientras que la otra representaba la
unión de dos seres que coexistirían en el ámbito físico, en un cuerpo.
Para Nehemías, el templo, el diezmo, el matrimonio y el sábado eran mucho
más que unos usos y costumbres que debían seguirse; eran instituciones sagradas
que apuntaban a las enseñanzas de la salvación, la preparación para la venida de
Cristo y el gozo de su presencia. Pero estos conceptos fueron olvidados por el
pueblo y Nehemías tomó medidas extremas para proteger el pacto divino.
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