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a

SEMANA

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inTerpreta

La oración de Nehemías

A

unque Nehemías se hallaba lejos y el avance del proyecto era desalentador, él

no iba a aceptar la mediocridad. Su determinación y su deseo de que Dios fuera fi-

nalmente glorificado, lo llevaron a arrodillarse.

El secreto del liderazgo y del valor de

Nehemías radicaba en su dependencia de la oración.

La oración del capítulo 1 de Nehemías tiene cuatro componentes.

Adoración

En el versículo 5 vemos cómo Nehemías se dirige a Dios mencionando algunos

de sus atributos: «Señor Dios del cielo», «Dios grande y terrible», «que mantienes

firme tu alianza y tu fidelidad». Estos títulos contextualizan la grandeza de Dios con

relación a nosotros así como la pequeñez de nuestros propios problemas.

A lo largo de la oración, los pronombres de segunda persona «tú, tu, ti», eclipsan

los que se refieren a la primera persona «yo», «nosotros» y «mi». La plegaria es

teocéntrica (centrada en Dios), no antropocéntrica (centrada en el ser humano). De

hecho, la única ocasión en que Nehemías emplea la primera persona es para confe-

sar pecados.

Confesión

El pecado representa una barrera para Dios (ver Isa. 59: 1-2). Por eso, en los versículos

6 a 9 vemos cómo Nehemías se asegura de que sus pecados y los de Israel sean

perdonados. Aunque Jesús aún no iba a llegar sino hasta siglos después, la fe de

Nehemías se apoya en esa previsión de futuro.

Tal como vemos en la oración de Nehemías, una confesión puede ser tanto

general como específica. Curiosamente, él se coloca en la categoría de pecador

contra Dios. Tal vez estaba confesando sus pecados de indiferencia, violación per-

sonal de los mandamientos de Dios, o quizá de ignorar el llamado a regresar a Jeru-

salén mientras permanecía en la corte de Susa. En cualquier caso, Nehemías invoca

motivos puros y se identifica personalmente con el pecado corporativo de Israel.

Esa actitud de un líder consagrado que asume la deuda espiritual de los suyos se

observa también en la vida de otros grandes personajes de la Biblia.

Promesas

Nehemías repite a Dios lo que el Señor dijo en el pasado (vers. 8), creyendo que

Dios sería fiel a su Palabra. Jesús hizo lo mismo, citando el Antiguo Testamento du-

rante las tentaciones que sufrió. Confiando en la fidelidad divina, todo creyente

puede ser directo con Dios respecto a lo que él mismo ha prometido.

En los versículos 8 y 9, Nehemías resume las bendiciones y maldiciones de las

promesas que se encuentran en Deuteronomio 30 y Levítico 26. Aunque puedan

parecernos incompatibles con una sensibilidad moderna, está claro que la obedien-

cia es el fundamento de las bendiciones de Dios. Más tarde, Pablo enfatiza que es la

obediencia de Cristo la que se convirtió en la base de las promesas de bendición de

Dios y que «en él» podemos participar de esas mismas bendiciones mientras nos

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